Instrucciones para gobernar un país.

Es reconfortante ver cómo la verdadera política se abre de nuevo hueco en España. Desde principios de los ochenta no hemos vivido otra cosa que alternancia de arrastre de unos y otros: jefes de gobierno poco capacitados obligados sin criterio por minorías aprovechadas, conducidos sin escrúpulos por ministros mediocres y bendecidos sin sentido por jefes de estado caducos.

En unos días se cumplen tres meses desde que votamos en las últimas elecciones generales. Un acto en el que volcamos nuestras ilusiones y del que salimos escaldados, como suele pasarnos siempre que nos emocionamos demasiado en algo sobre lo que no tenemos el control absoluto. Los principales actores de nuestro panorama político han dado rápidas aunque poco sorprendentes muestras de incompetencia, de soberbia o de ambas cosas, dejando a la luz su dejadez, su impotencia, su chulería, su egoísmo. Nos hemos ganado esta estampa grandiosa, especialmente apta para adictos a la estrategia y vamos a divertirnos viendo su continua incapacidad de demostrar un mínimo de entendimiento en este Conecta-4 en que se ha convertido el Congreso de los Diputados. Baile de salón con incesante intercambio de parejas. ¿Me permite, señoría?

A veces fantaseo imaginando lo fácil que sería para un equipo de gestores afrontar el cuello de botella que estamos sufriendo, un grupo formado por personas acostumbradas a luchar a diario con aquellos que no piensan como ellos y a los que, milagrosamente, no tachan de enemigos sino de constructivos y diferentes puntos de vista. Unas personas que piensen en la distante y necesaria “bigger picture”, como se suele decir en inglés, y no en la zanahoria, al alcance claro, que tienen en las narices. Perspectiva, se llama. Objetividad.

Hace poco se publicó el último Barómetro del CIS. Tiene cuarenta y cinco páginas, como un relato corto de esos que suelo devorar leyendo. Alguien me dijo hace tiempo, no recuerdo cuándo ni dónde, que merece la pena echarle un ojo de vez en cuando a este tipo de publicaciones y yo, que soy un mandado en lo que a informarse se refiere, he sacado tiempo y lo he examinado tranquilamente. De todas las preguntas que comprende la encuesta en general, que son casi setenta, me quedo con esta: ¿Cuál es, a su juicio, el principal problema que existe actualmente en España? Ordenados por orden de importancia los principales inconvenientes que los encuestados sufren son estos: El paro, la corrupción y el fraude, los políticos en general, los partidos y la política, los problemas de índole económica, los problemas de índole social, la sanidad y la educación.

Vaya, esto son unas instrucciones en toda regla para el Presidente del Gobierno que nos viene. O no, quizá no venga, quizá no haga falta. Noventa días después de las elecciones va a ser difícil convencernos ahora de que lo necesitamos para algo.

Nacho Tomás – Un tuitero en papel
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 16 de Marzo de 2016

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