¿Estamos conectados?

“Nacho, ya tienes tema para tu próximo artículo, pero a ver cómo lo enfocas que no piensen que estás pirado.”

Recibo este whatsapp (literal) tras contar a mi tío Juan lo que me acaba de pasar en el avión Madrid a Santiago. Me dirijo a Pontevedra a dar una de las clases del curso que imparto habitualmente en la ciudad gallega. Y todavía me tiemblan las piernas.

Vale, pero volvamos unos días atrás que todo encaje mejor. Es sábado y hemos quedado a comer con mis tíos, hace tiempo que no nos vemos, lo está pasando malamente por (entre otras cosas) una puñetera hernia en la espalda que lo tiene jodido a la par que dolorido. Ya os he hablado de él alguna vez en estas páginas. Juan fue como un hermano mayor en una larga época de mi vida que ahora no toca contar y en la que los reales tenían todavía poco protagonismo: Jorge era prácticamente un bebé y a Macarena y Pablo aún le faltaban dos o tres lustros para siquiera ser “pensados”. Con él descubrí algunas de las cosas que se descubren en la primera juventud. Mi madre (su hermana), la suya (mi abuela), la playa, los mediodías laborables de colegio y los veranos al sol, forjaron un hormigón que aún se mantiene, como esos edificios que sin el lustre de antiguo, siguen en pie, haciendo su función. Qué os voy a contar, todos tenéis un tío, un primo o un sobrino Juan en vuestras vidas.

Necesaria introducción ya realizada, es hora de volver al sábado de marras: comida y lo típico, ponernos al día, hijos que crecen, trabajos con altibajos, familia cerca y guitarra a mano. Sí, esto último quizá no es tan típico pero tengo comprobado que ir a todos sitios con las seis cuerdas parece una locura inicialmente pero al final canta siempre hasta el vecino. A Paz le van a poner una estatua, pero eso es también otra historia que ya he contado y que no sorprende a nadie. Su cara cuando diluviando nos metimos dentro del taxi con un bulto que parece una escopeta quedará en mi retina bien fijada una larga temporada.

Venga, vamos a mi casa, un par de copas y comienzan los recuerdos, comenzamos con los Enemigos y Septiembre, canción de despedida habitual en la Torre. Seguimos con El Último de la Fila y sus grandes éxitos. Nos estamos calentando y entonces recuerdo que a los dos nos ha gustado mucho siempre Victor Manuel. Pero el Victor Manuel más antiguo, el de la Planta 14, Solo Pienso en Ti, Bailarina, El Cobarde o Soy un corazón tendido al sol. Las cantamos todas, una por una, repitiéndolas cien veces para desesperación de nuestras mujeres.

Pasa el fin de semana y cómo esas veces que no puedes sacarte de la cabeza un recuerdo, más cuando lleva parejo una canción, las melodías cruzan nuestros whatsapp en forma de audio o de texto. Ayer mismo la última vez: “Aunque soy un pobre diablo, se despierta el día y echo a andar” me escribió el jueves a las 7 de la mañana. ¡Qué grande eres, Juan!

Hoy es viernes y estoy embarcando en Barajas, delante y de espaldas tengo un señor de pelo blanco que comienzo a reconocer. No me lo puedo creer. Me tiemblan un poco las piernas. Esto es increíble. Nunca he sido muy de acciones estas que hacen los fans, pero no puedo resistirme. Allá vamos.

  • Perdona, ¿Victor Manuel?
  • Sí, hola.
  • No te lo vas a creer, llevo una semana cantándote con mi tío, ¿te importa que nos hagamos una foto?

Nacho Tomás
HISTORIAS DE UN PUBLICISTA
Twitter: @nachotomas
La Verdad de Murcia
Abril 2022

¿Será casualidad?

Si pones un poco de atención la vida está llena de preciosos momentos. De instantes únicos que con los ojos abiertos pueden alegrarte el día. Algunos serán fruto del azar, otros de estar, conscientemente o no, en el momento preciso y en el lugar adecuado.

Seguro que has vivido cientos de estas situaciones, esas en las que te sorprendes a ti mismo de lo inaudito del asunto. Menuda fortuna, qué maravilla, mira qué es raro, justo me ha llamado fulanito cuando estaba pensando en él, suena por la radio la canción en la que estaba pensando… Y miles de ejemplos como estos. ¿O no?

Algunos le llaman sincronicidad, entendida como la simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido pero de manera no causal. Algo que parece fortuito pero en realidad no lo es, una especie de dejar fluir y observar. Puede sonar magufo y rollo pseudo-ciencias, pero nada más lejos de la realidad. Poca gente más escéptica que yo. Me refiero a que cuánta más atención presto a lo que me rodea, más “sorpresas” me encuentro.

El día de mi cumpleaños fui a una panadería a recoger la comida que habíamos encargado para la fiesta. La dependienta me preguntó si era para una comunión, dada la gran cantidad de bandejas que estábamos cargando.

– No, señora – respondo – es que no todos los días se cumplen 40 y vamos a tirar la casa por la ventana.

A todo esto, un señor salta entre el resto de gente que estaba esperando a ser atendida y dice:

– Anda, hoy también es mi cumpleaños.

Me acerco, le doy la mano, me presento y le digo:

– Hombre, muchas felicidades, qué coincidencia.

– La diferencia – me dice – es que yo cumplo 77.

– ¡Vaya! – digo – yo nací en el 77, qué casualidad, ¿no?

– Leche – dice – ¡pues yo nací en el 40!

No me hace falta sacar la calculadora y tirar de estadística y probabilidad para entender que momentos como este no son habituales aunque puedan ser más o menos probables. En el momento fui consciente de ello y lo saboree allí mismo, sin tener que volver a vivirlo con esa dulce perspectiva que produce la morriña. Que dos personas cumplan años el mismo día no es algo especialmente raro. Per que coincidan en el mismo lugar, se presenten el uno al otro, y encima sus fechas de nacimiento den ese juego ya es otro cantar.

En mi opinión el tema es interesante a la par que melancólico, estoy seguro de que a veces podemos conseguir que sucedan estas situaciones. No me preguntes cómo, no sé si será el azar, el destino, una fuerza o la energía que transmitimos. Pero existe algo que nos permite ser capaces de acercar personas a nuestro lado, que nos mueve a conseguir objetivos íntimos que solo parecían al alcance de nuestros sueños.

A ver si va a tratarse de ser simpático con las cosas y educado con la gente. A ver si tenemos una llave maestra y no lo sabíamos.

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 7 de Junio de 2017