De consejos

Basta tirar de matemática básica para hacer un cálculo aproximado de la infinita cantidad de consejos que uno recibe a lo largo de la vida. Naces y en principio, al menos durante unos meses, estás a salvo. Pero dura poco la fiesta, en cuanto comienzas a entender lo que tus padres quieren decirte mediante gestos o palabras, la maquinaria de las lecciones se pone en marcha. Luego vienen los amigos exportando situaciones propias como comunes, más tarde el copia-pega se adueña de los compañeros de trabajo que se acomodan (nos acomodamos) en la hipotética uniformidad de la construcción de pensamientos para advertir, aconsejar y prever siempre con idéntico resultado: errores de visualización garrafales y frustraciones generales.

Pero no se vayan todavía, aún hay más: La paternidad. Te conviertes en padre y asumes con total naturalidad el rol que la naturaleza ha dispuesto para ti, obviando de nuevo que tus hijos no son tú. Que tus experiencias están prejuiciadas y las suyas no. Mira a tus hermanos, misma educación, mismas ventajas, misma carencias y polos opuestos casi siempre.

Quiero pensar que el ser humano es así por naturaleza, sin maldad, sin acritud, quizá con algo de soberbia o extras de experiencia necesitados de ser compartidos, trasladados mediante el lenguaje hacia otros que piensas pueden estar en una situación mínimamente parecida a la que tú estás en este preciso instante visualizando, pero que hace referencia a momentos tan pasados, tan dispares y tan remotos en tiempo y espacio que se parecen realmente como un huevo a una castaña.

Y aquí comienzan los problemas. Me explico. Tienes que ver esta película, escuchar esta canción, ir a esta ciudad, leer este libro o probar estas zapatillas. Pero cuando disfrutaste la película, cantaste la canción, visitaste la ciudad, abriste el libro y corriste con esas zapatillas eras tú. No eras yo ni yo era tú. Cuántos consejos a destiempo, no solicitados y absolutamente innecesarios a la par que inútiles.

Pero aquí seguimos, dándolos y recibiéndolos a todas horas. Qué bonito, por otra parte, si lo miras a través del cristal del altruismo, del que no estamos precisamente sobrados en estos días.

Error tras error seguimos creciendo, asimilando pasos ajenos como propios sin serlo. Como esa pieza de puzle que no encaja del todo pero forzándola intentas colocarla y puede pasar por buena en un vistazo poco profundo. En realidad somos todos tan distintos que incluso en el mismo sitio, a la misma hora y con el mismo bagaje acumulado, sentiremos diferente.

Por eso acabo con esta reflexión. De los millones de consejos que se reciben sin pedir, de vez en cuando uno te abre los ojos. Y tuve la suerte de que me lo dieran hace unos meses en una cena con improvisados compañeros. Aplicarlo es mi reto futuro. Creo que voy en el camino. Siempre bien acompañado.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
3 de julio de 2019

Hecatombes de estar por casa

Pasarán los años y recordaré aquella mañana como una de las más negras a nivel laboral de las muchas que me ha tocado sufrir. Y si no la más, al podio va seguro, de eso no hay duda, aún con casi veinte años de experiencia a las espaldas. Y es que por más profesional que te vuelvas, por más control que pongas en los procesos y por más que confíes en las personas (delegando, presuponiendo, encargando) el mundo de las relaciones humanas es complejo y un desliz en cualquier eslabón de la cadena puede hacerse bola poco a poco, atragantando a más de uno por el camino. El dichoso efecto mariposa, con lo bien que queda escrito y el daño que puede llegar a provocar.

Fue una mañana con más llamadas telefónicas de las que una persona puede recibir o enviar con una mínima capacidad de atención, más whatsapps de los que se pueden leer y más mails urgentes de los que realmente debieran serlo. Un cúmulo de pequeños despropósitos que por separado son minucias pero unidos son una bomba. Hecatombe.

Diferenciar lo importante de lo urgente no es sencillo, menos todavía si por medio entran factores externos, con cientos de personas implicadas y la incapacidad de tener atados todos los cabos. Suelo controlar los escenarios a los que me enfrento pero aquel, lo reconozco, me pasó por encima, dejándome totalmente desbordado. Los dos años menos de vida que de golpe me cayeron y las siete canas que flamantes y nuevas nacieron en mi frente, provocaron que al mirarme al espejo me preguntara tantas cosas que mejor ni responderlas, ni pararte a enumerarlas desbordado por el agua que de un momento a otro alcanzaría mi cuello.

Pero no. Otra vez. Siempre no.

Suelen desembocar estas situaciones en injustos pagos de platos rotos, en llevarte a otras facetas vitales lo que arrastra el lodazal, afectándote tanto que por no llorar, acabas riendo. Pero de flojera. Escribí las líneas de arriba el día D y hoy, releyéndolas, me convenzo de que todo al final se arregla, como siempre acaba pasando. Seguro que al final no importa, seguro que al final el polvo se posa en ese recuerdo como tantas otras veces, seguro que incluso puede que lleguemos a olvidarlo. Porque el momento pasa y la reputación queda, situándose al mismo nivel del amor o la gravedad, que como todos sabemos pueden atravesar dimensiones físicas y teóricas.

Fue un caos de proporciones bíblicas mientras lo vivía, reducido a una sencilla mueca en la cara al mirarlo por el retrovisor tan solo un par de meses después. La típica hecatombe de estar por casa.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
27 de febrero de 2019

El perfil online perfecto para un economista del siglo XXI

A estas alturas de la película no hay duda de que las redes sociales han llegado para quedarse. Forman parte de nuestro día a día y se han convertido en una herramienta indispensable tanto para encontrar información como para difundirla. Hay cientos de estudios que avalan su penetración, sus datos de uso y todo un abanico de estadísticas que muchas veces pueden acabar por desbordarnos.

Por ello en este artículo trataré de establecer las claves básicas que debe seguir un economista del siglo XXI para disfrutar de un instrumento que ha sido llamado a revolucionar la comunicación en todos sus estados.

Pasos previos

Antes de nada toca realizar un análisis inicial, incluso aunque ya tengamos una presencia online más o menos definida, recomiendo parar por un momento a evaluar el sentido de dicha presencia: pensar qué queremos encontrar en las redes sociales, qué vamos a darles y qué esperamos recibir del tiempo que les dediquemos. Sin olvidar la primera decisión importante a tomar: ¿Adoptaremos un rol personal, profesional o de marca? Ojo, la marca profesional puede ser tuya como persona o de tu empresa o despacho si trabajas para uno.

Nada mejor que empezar por el principio y sin que sea necesario tener que seguir todos los pasos de un plan de comunicación online (en mi agencia trabajamos en 9 etapas consecutivas) sí será necesario al menos dedicar cariño a algunos de estos escalones como por ejemplo definir tu mensaje, saber dónde está tu público, cómo presentarnos, por qué vamos a comunicar en el canal online y cómo vamos a hacerlo (estilo, recursos, instrumentos…) y quizá las dos más importantes: dónde y cuándo comunicar. Es muy posible que recuerdes en archifamoso análisis DAFO (debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades) de tu paso por la facultad, es hora de ampliar horizontes y aplicar respectivamente el CAME (corregir, afrontar, mantener y explotar). Piensa en esto antes de publicar tu próximo tuit.

Lo siguiente será preparar coherentemente tus perfiles, para lo que recomiendo seguir las líneas de la concordancia visual y comunicativa. Poco a poco todas las redes sociales se van pareciendo más entre sí, no tiene mucho sentido poner una foto de perfil diferente en cada una, por ejemplo. Yo soy más de jugar con el encabezado (la imagen de fondo), adaptando de paso la “bio” de cada perfil al estilo, lenguaje y, sobre todo, público objetivo de la misma.

Una vez que hayamos puesto negro sobre blanco lo anterior, es momento de pasar a la acción, sin dar palos de ciego y sin aumentar la ya de por sí numerosa cantidad de contenido basura que nos encontramos a menudo en internet. Como suelo decir a mis clientes: publicar en las redes sociales es la punta del iceberg, lo bueno está debajo y no se ve de primeras. Bienvenido a la monitorización.

Trabajando las redes sociales

He estado un rato pensando por dónde comenzar esta sección y creo que la frase más ilustrativa será esta: “Hay vida más allá de Facebook”.

De hecho, voy a comenzar un pequeño análisis individual de cada red por otra, la profesional por excelencia, comenzaremos por LinkedIn, en la que si tuviera que elegir algo sería la capacidad de generar contactos al no tener limitación. He encontrado colaboradores, me han llamado para dar alguna ponencia e incluso he contratado a algún proveedor gracias a LinkedIn. Mantén actualizada la pata estática (es tu currículum online al fin y al cabo) y dedica el tiempo justo a la pata dinámica (feed de noticias).

Pasando a Facebook, la primera duda surge siempre en el tipo de perfil a trabajar. ¿Lo haremos de manera personal, con amigos, o como una fanpage (ya sea de tu despacho profesional o con tu propio nombre), intentando ganar fans? Las diferencias son enormes, pero para este artículo de introducción vamos a centrarnos en trabajar en el campo personal. Lo cual no quiere decir que el contenido a publicar sean fotos de tus hijos ni selfies de comidas con amigos. Más adelante hablaré de los tipos de contenido recomendados. Facebook tiene infinidad de opciones de publicación que no suelen utilizarse por la gran mayoría de usuarios. Prueba. Juega.

Twitter es otro imprescindible. La red social más activa, rápida y por qué no, divertida, debe aparecer sin duda en tu perfil profesional. La clave aquí es que muchas veces es más útil leer y compartir a publicar tú mismo, y más si no tienes claro del todo lo que quieres transmitir. Por el momento usaremos esta red para encontrar información, difundir acciones propias y compartir noticias interesantes (mencionando la fuente o directamente linkándola).

Con Instagram tengo dudas, pues como economista puede parecer poco lógico dedicar tiempo a esta red social, pero si te contara su evolución en cifras de tráfico seguro que acabaría por convencerte. La revolución de las “stories” (iniciada por Snapchat, todo hay que decirlo) hace casi necesario dedicar unos minutos diarios a esta app. Pero cuidado, puede acabar enganchándote y hacerte perder un valioso tiempo. Mi recomendación es seguir sólo a los imprescindibles y renovarlos sin temblor cada cierto tiempo.

El repóquer sería completo añadiendo un blog propio a los cuatro utensilios anteriores, desarrollando contenido del que seas especialista, creado de forma original. Si lo haces, gástate cuatro duros en comprar un dominio y hosting propios. Hay pocas cosas más cutres que tener una bitácora profesional en una URL genérica y gratuita como las que proporcionan Blogspot o WordPress. Bueno, hay una cosa todavía más cutre, tener un correo profesional en Hotmail.

Fuentes de información

Vale, ya sabemos dónde queremos estar, ahora toca saber cómo vamos a comunicar. Es momento de buscar fuentes de información, que pueden ser propias (otras redes sociales, nuestro blog, la web de la empresa si trabajamos para una, etc…) o de terceros (aquí el abanico es inabarcable).

Dos herramientas muy recomendables, respectivamente, son Google Alerts y Google Trends. En la primera puedes programar alertas sobre cualquier tema que llegarán a tu correo electrónico de manera automática, para ello solo tienes que hacer una búsqueda en Google, pinchar en Noticias y abajo del todo verás un botón llamado “Crear alerta”, sigue los pasos y listo: cuando aparezca esa palabra (o cadena de búsqueda) en cualquier sitio de internet, serás notificado. Prueba distintas palabras y formas de búsqueda que sean interesantes, con el tiempo sabrás separar el trigo de la paja.

Respecto a Google Trends, necesitaría otro artículo completo para destripar las infinitas opciones. Solo quédate con esto: si son importantes los Trending Topic de Twitter, imagina los de Google, un buscador usado por infinitamente más gente. Comparativas de palabras, coste aproximado si quieres hacer una campaña de Adwords, términos relacionados, segmentación geográfica, evolución temporal… Una mina de oro y tú, con tiempo, un minero.

Una buena manera de complementar a los dos anteriores será tener tu propio “periódico” con las fuentes que más te interesen, haciendo que ellas vengan a ti, no tú a ellas, gracias a las RSS, ese botoncito que tienen muchas webs y sirve para suscribirte. El mejor lector actual es Feedly, solo debes añadir los orígenes y tendrás un diario personalizado cada mañana en tu móvil, tablet o pc.

Para terminar, recomiendo monitorizar los contenidos de otros colegas o empresas en sus propios perfiles, estamos viviendo muchas novedades en los motores de búsqueda de casi todas las redes sociales. Y eso es bueno. Y útil si sabes usarlo. Muchas veces merece la pena ver qué han publicado otros antes de hacerlo uno mismo. ¿Te buscas en Google? Búscate también en redes sociales, te puedes llevar una sorpresa.

Tipos de contenido

Dentro de los cuatro tipos de contenido más apropiados (según mi criterio) están la información genérica (del sector en el que te muevas pero que no sea tuya), la propia (ahora sí, toca hablar de uno mismo), la de terceros (clientes o proveedores suelen ser el mejor ejemplo) y los textos desengrasantes (sí, esos graciosos que a todos nos gusta ver de vez en cuando, pero sin pasarse y respetando la coherencia de la que hablábamos antes).

Por supuesto, doy por sentado que, aunque haya cierto contenido que es válido para todas las redes sociales, lo ideal sería modificar el lenguaje en función del lugar en el que te encuentres. ¿Hablas igual en una comida de amigos que en una reunión con un cliente? Pues eso.

Análisis de estadísticas

Iba a lanzarme y dar una recomendación sobre cuánto publicar, número de tweets, publicaciones en Facebook o entradas en el blog a la semana, pero la experiencia me hace ser prudente y no generalizar. Tenemos clientes con los que conseguimos buenos alcances con mucho menos actividad que otros. Lo suyo es probarte y claro, analizar las estadísticas. No me sirve que intuyas que va bien por los likes, dedícale tiempo a estudiar los motivos y te sorprenderás.

Conclusiones

Si el plan de comunicación online que arriba mencionábamos consta de nueve pasos, el décimo es ser tú mismo. No hay reglas genéricas ni verdades absolutas. No todo funciona igual en redes sociales. Esta guía servirá de eso, un manual para no cometer los errores que yo mismo he cometido muchas veces. El único objetivo de este artículo es intentar transmitir que la pata online de la comunicación ya no es una opción para las empresas ni para los profesionales, se trata de una tarea más que debe ser cuidada y mantenida de manera correcta. Usa el sentido común. Los aciertos o errores que aquí cometas serán parte de tu reputación. Y puede quedar grabada en e-mármol para siempre.

 

Nacho Tomás Ruiz
Director de N7 – Agencia de comunicación y marketing online
el7estaentodaspartes.com
Licenciado en administración y dirección de empresas, Murcia 2002

Así uso Twitter.

Hoy voy a contaros cómo uso Twitter desde mi cuenta personal, la de @nachotomas, ya que cuando se trata de perfiles de empresa, que gestionamos desde N7, la cosa cambia totalmente, por supuesto. Cada compañía tiene su idiosincrasia y forma de comunicar/publicitar, tanto en el offline como en el online, asunto en el que no voy a entrar hoy.

Antes de nada, avisar que esta entrada está dirigida a tuiteros empedernidos, si no lo eres quizá te sientas un poco perdido, pero si me preguntas en los comentarios intentaré ayudarte.

Twitter Nacho Tomás

Aquí va un pequeño listado, que no está ordenado por ningún motivo en especial, que puede considerarse mi manual de instrucciones en esta red social de microblogging:

  • Una cuenta personal, antes de nada, debe ser eso: personal. Sé tú mismo ante todo.
  • No te quieras parecer a nadie.
  • No quieras ser en Twitter lo que no eres en persona, antes o después te conocerán y todo se irá al traste. No se puede mantener para siempre una mentira. No, en Twitter tampoco.
  • No es malo ser un amargado, pero no vayas de guay y enrollado en Twitter si lo eres. Si eres arisco, sigue siéndolo en la red o volverás loco al personal.
  • Me encanta hacer RT cuando leo un buen tweet.
  • Sigo a prácticamente todos los que interactúan conmigo de forma habitual, tenga o no tenga puntos en común, me encanta debatir y creo que Twitter para eso, incluso con sus limitaciones, es una buena herramienta.
  • No sigo a quien me sigue y odio que me sigan, no digan ni mú, y me hagan unfollow a los pocos días/horas. Los cazafollowers molestan. Mucho.
  • Uso FAV para “guardar” tweets interesantes que no puedo leer en el momento al tratarse de enlaces a otras web, blogs o semejante. Una vez leído, suelo eliminar el FAV y hago RT si me ha parecido “compartible”.
  • No uso los DM para cosas que pueda decir en abierto.
  • No hago RT clásicos a no ser que añada algo de verdadero interés al tuit original, me parece una falta de respeto al autor.
  • Un FAV es diferente a un RT, me parece fatal la gente que sólo hace FAV para no “manchar” su TL. Hay tuits que merecen RT sí o sí, además de un busto en plena Gran Vía.
  • No soporto los programas que envían tweets en tu nombre automáticamente. Es una poderosa razón para ganarse un unfollow por mi parte.
  • Suelo hacer limpieza de mi TL de forma habitual, eliminando los perfiles que no tuitean desde hace más de 1 mes. Si luego vuelven y me entero, vuelvo a seguirlos sin problema.

Así uso Twitter y me gustaría saber la forma en que lo haces tú. ¿Me lo cuentas?

 

 

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7 consejos básicos para hablar en público.

Recuerdo perfectamente la primera vez que hablé en público. Primero de carrera, clase de Sociología, presentando un trabajo sobre cómo se manipulan los datos en los medios de comunicación. Me temblaron las piernas, tartamudeé, sudé a cántaros y el profesor me dijo de todo menos guapo. Y con razón.

Un día me comentaron: “Lo que eres habla tan a las claras que no se escucha lo que dices”  y lo que yo era en aquel momento impedía poder transmitir nada que no fueran nervios e inseguridad. La audiencia es como un perro, nota el miedo.

Nacho Tomás - Hablar en Público

Hoy, con un poco más de experiencia, utilizo algunos de estos consejos para mis presentaciones. Sigo aprendiendo cada día, tanto de los asistentes como de otros ponentes. Desde la mayor humildad, creo que esta lista podrá ayudarte a quitar el miedo escénico si eres novato, o a limar y mejorar las charlas si tienes más tablas. Tengo varias fechas ya cerradas en los próximos meses, por eso me he lanzado a recordar estos puntos.

¡Ahí van!

  • Saber de lo que hablas: Parece una obviedad, pero he estado en ponencias en las que sabía más del tema que el ponente. Eso no debe permitirse, así que si vas a hablar en público, hazlo sobre un tema en el que seas el mejor. Y si no existe ese tema tienes dos opciones, o te inventas un sub-tema, o mejor no hables. Estar seguro de ti mismo debería ser el primer y único consejo. Pero cuidado, estar seguro no significa saber de lo que hablas.
  • Preparar la presentación: Cada maestrillo tiene su librillo. He visto maravillosas ponencias sin ninguna diapositiva. Pero también lo contrario. No soy partidario de las generalizaciones. Ojo a las faltas de ortografía. Seré un tiquismiquis, pero cuando veo una paso automáticamente a “modo avión”. Imagino que habrá gente como yo y cuido mucho este detalle.
  • Ser tú mismo: Intentar copiar al showman de turno no va a funcionar. Otra cosa es que “cojas prestado” algo, pero actúa como más cómodo te sientas y más cómodo hagas sentir al público. Habla al espejo. Grábate en audio o vídeo. Gesticula. Analízate. Ponte en su lugar. Mejora.
  • Mirar a los ojos de la gente: En todas las ponencias, sobre todo en las más numerosas, te encontrarás gente muy atenta y otra no tanto. Un buen y optimista truco es pensar que los motivados lo son por cómo lo haces, y los despistados porque no les interesa el tema. Mantén la mirada unos segundos con los primeros y olvídate de los últimos.
  • Cambiar el tono de voz: A veces incluso he gritado alguna palabra. Dar un palmada al tiempo que comentas la conclusión de una frase es éxito de atención. Huye de los sermones u homilías, pueden salir espantados.
  • Vigilar la comida de antes: Unas lentejas, alubias o gazpacho te pueden jugar una mala pasada. Ya no solo por las flatulencias que pueden generarte, sino por la acidez y pesadez de estómago que a veces provocan. Un buen café (y ducha) antes de empezar libera cuerpo y mente.
  • Escuchar a los asistentes: No me refiero sólo literalmente, sino a analizar sus caras y gestos que te guían, sin posibilidad de error, sobre lo interesante y lo superfluo. Toma buena nota para pasar de puntillas o centrarte en el tema en cuestión. Y aprende para la próxima vez.

Espero que puedas sacar partido a esta pequeña lista. Hay presentaciones que he realizado muchas veces, pero intento seguir mejorándolas cada día. He expuesto mis trucos, ahora me encantaría recibir los tuyos.

Soy todo oídos.

 

 

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