¿Por qué no me gusta Klout?

Tras muchas discusiones que no caben en 140 caracteres, he decidido escribir este post en el que dar mi opinión sobre los medidores de influencia en Redes Sociales en general y sobre Klout en particular.

Para el que no lo sepa, Klout (junto a otros indicadores como PeerIndex, Kred o Radian6) elabora una especie ranking/puntuación que en función de una fórmula (para ellos tan secreta como la de CocaCola) mide tu influencia, calculada normalmente de 0 a 100.

Comenzaré exponiendo que mi Klout, a día de hoy, es de 70 puntos, lo que puede considerarse alto o muy alto. ¿Por qué digo esto? Porque mucha gente piensa que sólo lo criticamos los que no alcanzamos cierto número o algo así. Pues no, señores, lo critico porque pienso que no es útil, no es preciso y, lo peor de todo, no es real. Creo que no hay que investigar mucho para saber la influencia que tiene cada persona en redes sociales, no me hace falta saber su Klout para confiar en mayor o menor medida en sus publicaciones.

Klout

Pero como lo mejor en estos casos es poner experiencias sobre la mesa, en lugar de tanta letra e hipótesis, enumero las causas de mi descontento con este indicador:

  • Cantidad en lugar de calidad: para Klout es más influyente alguien que escribe, por ejemplo, 300 tuits en un día y recibe un total de 150 interacciones (50% de “efectividad” si se me permite la expresión) que alguien que tuitea sólo 10 tuits y recibe 100 interacciones (1.000% de “efectividad”). Aquí me podéis criticar con razón, pues acabo de inventarme un método de influencia propio.
  • Equipo humano: Según su propia web, para elaborar el algoritmo de Klout han trabajado muchos ingenieros y técnicos, pero no mencionan que hubiera ningún psicólogo o especialista en marketing en su equipo.
  • Endogamia: El índice Klout aumenta con los +K (los puntos que se intercambian entre usuarios de Klout). O sea, que si no usas Klout, pierdes la oportunidad de subirlo.
  • Publicaciones en tu muro de Facebook: Para Klout, que publiquen en tu muro es síntoma de influencia. Pero claro, yo tengo el muro cerrado para huir de las invitaciones a las famosas granjas, evitar las etiquetas de fotos tontas o eludir el SPAM. De esta forma no sumo Klout por hacer un uso, en mi opinión, adecuado de Facebook. Toma ya.
  • Personas famosas y sus Klout:
    • Españoles: Perez Reverte y Mariano Rajoy tienen ambos un 78.
    • Murcianos: Maldita Nerea tiene un 65 y Raquel Sastre un 68.
    • Que yo tenga más influencia que Maldita Nerea o Raquel Sastre clama al cielo, pero que Rajoy o Perez Reverte no tengan un 100 (o al menos uno 90 alto) es de chiste, pues cada vez que abren la boca en Twitter, son TT (trending topic) casi instantáneo.
  • Medición a lo bruto, de forma total en lugar de relativa: explicado en el punto de “Cantidad en lugar de calidad”
  • Corto plazo: sólo contabiliza las interacciones efectuadas en el mismo día. Muchos de mis seguidores sólo entran 2-3 veces por semana a redes sociales, e interactuamos cuando ellos pueden. Esto no es contabilizado por Klout.
  • La gota que colmó el vaso: El pasado 27 de Mayo de 2012 cumplí 35 años. Recibí muchísimas menciones en Twitter y otros tantos “Me Gusta” y comentarios en Facebook. Deberían rondar los 100 o así por red. Resultado: Klout me bajó el ranking varias décimas tres o cuatro días después, que es cuando contabilizó esas interacciones. (¿¿??)

En Junio de 2012, semanas después de aquel cabreo infantil, cerré mi cuenta de Klout. He vuelto a abrirla para ver qué tal, reconozco que lo miro y me gusta que suba, pero eso no es óbice para que siga criticándolo hasta que considere que funciona mejor. De hecho, en las últimas semanas he publicado tweets con 3o RT, o he posteado cosas en Facebook con 100 “Me gusta” y el Klout sigue sin moverse. Esta es mi opinión, puede que la tuya sea diferente. Estaré encantado de leer tus comentarios, seguro que tienes mucho que aportarme..

El valor de un Follow

Una de las mejores cosas de Twitter es que puedes mantener conversaciones de calidad. En Facebook también las he tenido, sigo siendo heavy user de la red social de Mark Zuckerberg, pero hoy hablaré del pajarito. Estos contactos de calidad suelen producirse por tres causas. 1) Lees un tuit de alguien al que sigues. 2) Alguien que te sigue te lee a tí. 3) Alguien de tu TL o el suyo hace un RT y te llega, en una especie de rebote. Normalmente las discusiones tratan sobre temas en los que uno está más al día, tiene más conocimiento o, simplemente, te interesan más o te sientes más cómodo. O incluso a veces no tanto, pero es bueno aprender. Al igual que yo aprendo de casi todos a los que sigo, de mí aprenden otros tantos de los que me siguen. Bien.

El tema se torna curioso cuando, tras varias de estas interacciones con algunas personas, caes en la cuenta de que no les sigues o no te siguen. Tampoco es algo que me quite el sueño pero, por lo menos yo, sigo a casi todas las cuentas que han hablado conmigo y me han aportado algo. Ya tengan uno o cien mil followers. No sigo porque me sigan, sino por afinidad. Es una forma de respeto digital, de cortesía 2.o. Cierto es que a veces Twitter falla y realiza los famosos unfollows automáticos, por eso, de vez en cuando, reviso la lista de seguidores, por lo menos cuando vuelvo a cruzarme con esas cuentas y compruebo que, quizá por azar, ya no las seguía. Lo soluciono y a volar (nunca mejor dicho).

El colmo de los colmos se produce en los eventos (de cualquier tipo) en los que conoces a montones de interesantísimas personas (y otras tantas no tanto). Por supuesto que es normal que no puedas interactuar con todos pero, incluso en las ponencias más multitudinarias que he vivido (actuando de oyente o de ponente) intento conectar con todas y cada uno de las personas con las que hablo y me parecen interesantes. Y más si se trata de hablar en persona, de darse la mano. De mirarse a los ojos. Será que soy buenísimo para las caras. Nunca las olvido. Para mí es una auto-imposición intentar no olvidar nombres y, en la era digital, con miles de apoyos para esto a nuestro alcance, una de las mejores opciones es preguntarle si tiene cuenta en Twitter y seguirle ipsofacto.

Lo que me impulsó a escribir este post fue leer el tuit en el que un chico se jactaba de no seguirme. Alguien con quien llevaba tiempo hablando por Twitter, y llegué a conocer en persona en una charla en la que intercambiamos impresiones aún por encima de su extraña timidez. Sus motivos tendrá, no lo dudo. Pero vamos, creo que era un comentario “ahorrable” por su parte. Y más después de una falsa actuación estelar en persona.

Resumiendo, escribo este post cansado de encontrarme con divos de postal virtual que no mantienen el tipo ni las formas en persona y que expresan sus complejos frente a una simple pantalla de ordenador, o smartphone. Más smart que sus propios dueños.

 

 

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