Deporte y trabajo, efecto sinergia

El momento de atarte las zapatillas de deporte tiene algo de místico, no os riais, algo de conexión interna con uno mismo, algo de impulso propio, de lanzarte a una rutina que, por muy repetida que sea, siempre aporta algo nuevo. Cada entrenamiento es diferente, cada trote cochinero, cada salida grupal con colegas del club. Lo asocio a la ilusión.

Ya sea por motivos de rendimiento deportivo, de salud o de afán competitivo, hacer deporte me ha ayudado tanto a nivel personal y laboral en mi vida que espero poder seguir haciéndolo siempre. La sinergia que proporciona sumar por separado las facetas que dan un resultado mayor que las partes que lo componen.

Con los altibajos lógicos que provoca la carga de trabajo y las responsabilidades (y placeres familiares), siempre he intentado mantenerme medianamente en forma, por salud física y por bienestar mental. Entrenar me ayuda a focalizarme en algo durante más tiempo, en estos días y entornos de atenciones incompletas y momentos efímeros, salir a correr una hora por el monte aporta una serenidad y relajación que no encuentro en otros sitios.

No valgo para hacer yoga ni para meditar (el TDAH juega en casa conmigo) y los únicos otros momentos de completa desconexión son las series en familia o los atracones de lectura en privado (ahora mismo llevo en danza cuatro libros al mismo tiempo), por eso el deporte diario es como una medicina.

Veía lejos volver a ponerme un dorsal, pero un calentón, qué típico, me lanzó a hacer el 10k de Murcia la semana pasada. Sin entrenamiento específico, pero con un buen estado de forma de fondo, me tiré al precioso recorrido por las calles de Murcia comenzando a un ritmo lento pero seguro, apretando conforme caían los kilómetros y las piernas seguían respondiendo. Camino de los cincuenta hacer menos de cuarenta y cinco minutos en esta prueba me supo a gloria.

Ahora disfruto con estos pequeños placeres, usando como terapia el deporte, complemento perfecto para agendas laborales estresantes. Ahora disfruto de una salida con mi hijo al lado en bici, parándome las veces que sean necesarias, sin calculadora de tiempos al lado, sin objetivos, disfrutando. Aunque debo reconocer que siempre he disfrutado, hasta cuando la boca me sabía sangre tras una sesión criminal de mi hermano en la pista de atletismo.

Ahora disfruto de un trote lento por el momento mientras me pilla la noche, de tomarme unas cervezas si hace falta el día de antes, sin remordimientos ni obsesión por mejorar unas marcas que ya no creo que alcance nunca. Ni falta que hace. El deporte, en ese sentido, también ayuda a entender el paso del tiempo, a aceptarse mejor uno mismo.

Veía lejos volver a hacer una media o un maratón, pero ya tengo en el calendario las dos siguientes muescas a la vista: Ibiza y Tokio nada menos.

Serán diferentes, serán memorables, serán místicas, de conexión con uno mismo, de impulso propio.

Nacho Tomás
HISTORIAS DE UN PUBLICISTA
Publicado en La Verdad de Murcia
Febrero 2023

De continentes y maratones

A veces la mejor manera de sobrellevar una lesión es fijarse un objetivo a largo plazo. Qué digo largo, larguísimo. Y siempre es bueno hacerlo en grupo. Quedan casi dos años para la próxima etapa deportiva que he marcado a fuego en mi calendario. Miedo me da pensarlo viendo cómo tengo las rodillas actualmente: a la rotura hace poco del menisco izquierdo se ha sumado la misma avería en el derecho. Serán los cuarenta o será lo que sea, pero estoy jodido deportivamente hablando. Es curioso cómo el cuerpo puede acostumbrarse a pasar tan rápidamente de entrenar todos los días (incluso muchas veces doblando) a no hacer nada de nada durante semanas. Los kilos vienen tan rápido como las ganas se van. Por eso es ya momento de visualizar, de continuar la recuperación con un puntito más o esto se me va de las manos. Para colmo se ha juntado el hambre con las ganas de comer: Un volumen de trabajo bestial colándose por todas las rendijas del día a día. De septiembre no pasa, cada cuatro años toca priorizar, lo veo venir.

Pero volvamos a los objetivos. Tokio es uno de los míticos “6 Majors” internacionales junto a Boston, Londres, Berlín, Chicago y Nueva York. Tres maratones en América, dos en Europa y uno en Asia. Realmente no me atrae demasiado hacer los seis, pero de uno por continente sí que no pasa. En 2014 fuimos a NYC y en 2015 al de Alemania, en 2020 no podemos faltar a la cita japonesa que además será sede de los Juegos Olímpicos.

Recuerdo perfectamente la organización del primer viaje, donde cincuenta murcianos (la mayoría novatos en la distancia de 42 kilómetros) zarpamos hacia la Gran Manzana con una ilusión en la mente: cruzar la meta de Central Park. Ese 2 de noviembre de 2014 hizo un frío y viento criminales. Aquello no es una carrera, es una peregrinación. Juré, y por ahora mantengo, que no me volverán a ver correr por esas calles. Conseguimos tantos patrocinadores y repercusión que al año siguiente repetimos en Berlín. Nada que ver a ningún nivel: Recorrido, clima ni organización. “Si el Maratón de Nueva York es como Vietnam, el de Berlín es un paseo por la Casa de la Pradera”, dije en alguna entrevista.

Aquí tienes las crónicas de las dos gloriosas aventuras pasadas y toda la información de la próxima, por si quieres acompañarnos al periplo asiático que además de deporte siempre incluye otros notables momentos.

Maratón de NYC 2014

Maratón de Berlín 2015

Será, como los anteriores, un viaje memorable. Ya tenemos las primeras inscripciones y las plazas suelen volar… ¿Te animas a acompañarnos?

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
13 de junio de 2018