Este extraño verano

A falta de viajes o vida social este extraño verano ha sido el de las siestas. Llega un momento de la vida en que tras la sobremesa familiar toca disfrutar de un momento de reseteo mental con variable duración. Así ha sido casi a diario durante este caluroso periodo, reconozco encantado. A ver qué pasa en septiembre.

Este extraño verano, tras un parón de dos meses sin escribir y sabiendo lo que me iba a costar retomar el hábito semanal, he aprovechado para leer todas las columnas de opinión que he podido para continuar mejorando habilidades en este estilo literario, en esta forma de luchar contra uno mismo, en esta terapia que me ayuda más que un psicólogo.

Este extraño verano ha sido aderezado con una leve carga de bendito trabajo (época ideal para crear-divagar-idear), suaves sesiones deportivas y mucha, muchísima, familia. A falta de aviones y hoteles hemos hecho obras en casa (por lo que pueda pasar), hemos visto miles de animales, he vuelto a tener anginas, otitis y dolor de espalda, el coronavirus ha sobrevolado (a distancia) nuestras cabezas y no nos hemos movido de la mal llamada zona de confort, geográfica y placentera a partes desiguales. A ver qué pasa en septiembre.

Este extraño verano me ha trasladado en muchos momentos a aquellos tiempos muertos de la infancia, a las tardes de adolescencia viendo a mi madre tumbada y descalza en el patio de la playa, a la sombra de los árboles, con una pierna estirada y la otra doblada-subida al asiento de la hamaca. Ahora es mi mujer la que en esa postura, con los pies más bonitos del mundo dicho sea de paso, me recuerda la suerte que tenemos de ser la mejor familia de la historia mientras los críos, que ya no lo son tanto (este año nuestra hija comienza el instituto), suenan alrededor.

Pero sobre todo este extraño verano pasará a nuestra historia por su lado más triste, un amigo murió en nuestros brazos y el dolor no nos ha abandonado ni nos va a abandonar en mucho tiempo, seguro que también su buen recuerdo nos sigue amenizando la memoria y desde estas primeras líneas del año va un abrazo a la familia.

Un verano que empezó bien y acabó mal. ¿O fue al revés? De tan largo ya no quiero acordarme. A ver qué pasa en septiembre, no sé si me muero de ganas o de miedo con la vuelta a la rutina.

Nacho Tomás
HISTORIAS DE UN PUBLICISTA
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
2 de septiembre de 2020