Pesadilla en el buffet libre.

El otro día fuimos a comer en familia a un centro comercial. De por sí me dan repelús aunque lamentablemente tengamos que visitarlos más a menudo de lo que nos gustaría: tiendas que sólo están ahí o cines inexistentes en los centros de las ciudades. Hacemos la cola de un mega espacio de buffet libre y por un momento pienso en neandertales. Eso somos cuando tenemos delante comida gratis. No sería criticable si tuviéramos hambre, si tuviéramos necesidad. El problema es que no tenemos ni una ni otra. En estos momentos salen nuestros peores instintos, como cuando un balón de plástico del Entierro de la Sardina se aleja botando perseguido por la marabunta.

Pesadilla en el buffet libre - UN TUITERO EN PAPEL - Nacho Tomás

Entre el tumulto y los berridos que oigo al entrar consigo detectar un grito especial, híper agudo, que me pone los pelos de punta: «¡¡Mamá, eres tonta, tonta, tonta… y te lo he dicho mil veces!!» No puedo evitar girarme y ver a una niña de unos siete años con más leyes que un juez y a una madre que se ríe y le quita importancia. Pagamos antes de sentarnos, algo a lo que sorprendentemente nos hemos acostumbrado por las cadenas de comida rápida y nos acomodan en una mesa en una esquina desde la que, lamentablemente, diviso todo el área. Dentro del mismo recinto se encuentra un parque de bolas inmenso, lleno de niños gritando y peleándose. Algunos se insultan como adultos encolerizados y otros juegan a la tablet en lugar de estar pegando botes entre los toboganes.

Nos acercamos a ver el material gastronómico con la idea de dar una primera vuelta y luego decidir pero somos engullidos por la horda, que empuja para acaparar trozos de pizza que luego se quedarán en el plato. Recibo un codazo, espero que involuntario, de un obeso padre seguido por sus dos rollizos hijos. Un calco, vamos. Llega a su destino y golpea con fuerza la máquina expendedora de bolitas de chocolate antes de preguntar cómo funciona. Cada uno de ellos tiene un helado en mano, pero quieren otro aún sin haberlo terminado. Un chico que trabaja allí, con más paciencia que el santo Job, le explica que no salen apretando sino girando y en lugar de pedir perdón o disculparse suelta un «pues vaya una mierda de máquina». Los vástagos asienten convencidos. Vuelven a su mesa salpicando a varias personas por el camino mientras devoran como si no hubiera un mañana.

Al pasar por mi lado uno de ellos me mancha y exploto: «Perdona chico, ten un poco más de cuidado, por favor.» El padre me mira desafiante, parece que va a replicarme algo pero encuentra la ira en mis ojos, ladea la cabeza y dice: «Ni caso hijos, vosotros podéis manchar a quien queráis.» Tal cual.

Andan un metro y se dejan caer en sus sillas a engullir mientras la musiquilla infernal de un juego de su móvil no deja de atronarnos.

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 19 de Octubre de 2016

Fecha original de publicación:19 octubre, 2016 @ 08:01

Una dieta para deportistas (sin perder la cabeza).

Como guinda a la preparación del Maratón de NYC del pasado 2014, seguí una dieta especial de una semana de duración recomendada por un buen amigo, gran corredor. No era nada del otro mundo, no era difícil de seguir y los resultados en mi opinión fueron buenos (si alguien la quiere, que me la pida y se la mando por email).

He rondado los 80 kilos toda mi vida, al menos en los últimos años cuando he sido más deportista, pero monté en el avión destino New York City con un peso de 71 kg, las largas tiradas de entrenamientos corriendo es lo que tienen.

Transcurrido el periodo de recuperación necesario post carrera, decidí cuidar un poco esa faceta en mi día a día habitual. Aquí va mi relato.

Con dos hijos y con comidas habituales de trabajo, es complicado adaptarse a rajatabla a cualquier alimentación estricta, vaya por delante que en mi casa comemos muy bien, tanto en calidad como en cantidad, mi mujer cocina de maravilla y nuestra alimentación es bastante equilibrada, pero siempre mejorable, por supuesto, sobre todo en costumbres, más que ingredientes.

Comencé eliminando los dulces innecesarios, era de los que me comía una tableta de chocolate o medio litro de helado de una sentada, lo que no impide que si un día tengo un antojo, lo mato tranquilamente, pero ya no lo hago a diario. También regulé el azúcar del café, pasándome al moreno y sólo una cucharada, en lugar de dos del refinado. No sé cómo explicarlo, pero ha sido como un proceso de desintoxicación: ha costado un poco pero cuánta menos azúcar tomaba, menos me pedía el cuerpo.

Cambié la leche entera primero por semidesnatada y más tarde por soja, que es la que actualmente tomo en casa, al tener un sabor un poco dulce, a veces incluso la tomo sólo con el café.

Quité el alcohol duro (whisky y similares). No es que yo bebiera mucho, más que alguna comida o cena de amigos. Ahora ha quedado fuera del todo, excepto honrosas excepciones como Nochevieja en la que con dos primos nos ventilamos una botella de Macallan 12 años. El asunto es que cuando salgo, sólo bebo cerveza (y algún tapón si se tercia) y vino en la comida. Entre semana alguna caña, que no hace daño.

Como decía arriba, en mi casa comemos mucho y muy sano habitualmente: guisos de carne, de pescado, muchas verduras, legumbres, huevos… Y mucha fruta, caen kilos de naranjas, plátanos, mandarinas y manzanas. Por ello no me preocupo mucho en las comidas y cenas, siempre cuento con la ventaja de que estoy en buenas manos.

Para terminar, he aumentado el número de comidas al día, he pasado 30 años de mi vida comiendo sólo a medio día y por la noche, las típicas comidas y cenas pantagruélicas, con un simple café con leche para desayunar. Ahora la cosa ha cambiado:

  • Desayuno: café con leche de soja y azúcar moreno con 16 o 20 galletas maría. Sé el número exacto porque las mojo de 4 en 4 en las tazas de mis hijos 😉
  • Almuerzo: café con leche o zumo de naranja con tostada o muesli.
  • Comida: lo que toque cada día, menú variado, con mucha fruta.
  • Merienda: bocadillo, fruta o galletas.
  • Cena: lo que toque cada noche, equilibrado siempre, con yogur casero hecho en casa.
  • Extra: si he entrenado mucho y termino a una hora entre comidas, me tomo una bebida recuperadora de proteínas, aunque no todos los días, suele ser 1 o 2 veces por semana.

Imagino que si lee este post algún nutricionista me criticará y con razón, sólo cuento mi experiencia ya que me la ha preguntado mucha gente.

Más datos: actualmente estoy en 75 kilos y mido 185 cms, hago deporte 5 o 6 días por semana y no me corto nunca en cantidad de comida, pues la disfruto como un enano.

Comer es un placer y estar a dieta debe ser terrible.

 

Actualización Septiembre 2015:

Aquí está la dieta de una semana que hice para el Maratón de NYC en 2014 y estoy haciendo para el de Berlín 2015.

Dieta para la semana antes de correr una maratón

 

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