Tracción total

Hasta no hace mucho lo mío con las puertas era enfermizo. Cerradas siempre. A cal y canto. La continua imposibilidad de ver algo a medio podríamos extrapolar si fuéramos psicólogos. La hiperactividad que heredé y he dejado en herencia haciendo su parte del trabajo genético. No es fácil. Un secreto a voces plasmado por fin negro sobre blanco para mejor gestión propia y ajena.

Era ver una puerta abierta y de modo casi físico la incomodidad hecha sentimiento. Necesidad de cerrarla, de orden, de control y posesión de ese instante de distensión que, por mucho que ansiara, siempre volvía. Cientos de veces al día. Eso es quizá el diagnóstico al que habrá que poner tratamiento. Y a falta/negación de ayuda química, el autocontrol como medicina. Una férrea cuadrícula dañando unas facetas y ayudando en otras.

No somos los únicos, chicos, incluso parece que ahora hay más todavía, estos últimos años somos legión los que “disfrutamos” del TDAH. Aunque como en todo, los diferentes grados de afectación nos moldean de diversos modos. Añádele un CI disparado y el cóctel, si no Molotov, explota por fuera y, lo que es peor, por dentro de tu cabeza continuamente, encallando más veces de las necesarias. ¿Falta de motor o exceso de potencia?

Los años pasan y asumes aquello que sufrías, viendo como la perspectiva que otorga el tiempo sosiega, sana y calma, como si de After Sun se tratara, las quemaduras que solo el que aquí se verá reflejado podrá entender.

Es hora de cerrar puertas, o al menos, como decía mi abuela, dejarlas entornadas, a mitad entre el corazón y la cabeza. En su sitio. Mejor aún, es el momento de aprender a verlas de cualquier modo. En cualquier situación. En cualquier situación. No es posible controlarlo todo y cuando antes lo asumas, mejor. A este que escribe le ha costado mucho. Le está costando cada vez un poco menos. Pero simplemente el hecho de poner en pausa la marabunta que nos rodea y ser por fin capaz de entenderlo, de asimilarlo y de aceptarlo es uno de los mejores pasos a dar en “La cura”. Ay Battiato, menos mal que nos quedarás para siempre en tus canciones.

A “La guerra de los treinta años” le siguió “A mi edad”. Tras tanto tiempo en estas páginas la evolución es notoria. Lo quiero ver. Lo quise escribir. Lo puedes leer.

Hoy me caen 44. A ver si va a ser eso. Cuatro por cuatro. Todo terreno.

Tiempo de tracción total.

Nacho Tomás
HISTORIAS DE UN PUBLICISTA
Twitter: @nachotomas
La Verdad de Murcia

27 de Mayo 2021