Cuando desde Villes Cyclabes me escribieron para participar como ponente en COP21 no acababa de creérmelo. Preparé una pequeña charla titulada: «Spain, a different way of cycling» que iba a ser presentada dentro de la Conferencia de Alcaldes, una de las muchas actividades paralelas de la gran cumbre del clima. Cuando ya tenía el viaje prácticamente cerrado recibí la mala noticia de que, al igual que otras muchas acciones, sería lamentablemente cancelada.
Poco después, no creo en el destino pero mira, se pusieron en contacto conmigo desde Iberdrola, querían que participara en su acción #Just2challenge, un ambicioso proyecto que se propuso ir en bicicleta eléctrica desde Bilbao a París para concienciar sobre el cambio climático, apostando por limitar el incremento de la temperatura global por debajo de los 2ºC. Un núcleo de trabajadores de la compañía realizaría todo el trayecto (1.200kms) y algunos invitados, como ha sido mi caso, nos uniríamos en diferentes momentos.
(NOTA:Vídeo en alta velocidad de la llegada en avión a París. Aproximadamente 10 minutos de vuelo reducidos a 40 segundos. Si tienes miedo a volar, este vídeo te lo quitará.)
Compartiendo charlas, experiencias y utopías con personas de Brasil, Escocia, Estados Unidos, México y España, valorando los diferentes puntos de vista sobre la contaminación, la movilidad y la sostenibilidad. Vuelvo a casa con la intención de comenzar a aplicar esos pequeños gestos que se convierten en grandes con la repetición. Y con la bicicleta como punto central de la estrategia. Como comenté en el post del proyecto:
“No será la única ni la más importante, pero seguro que la bicicleta es la herramienta que tenemos más a mano para luchar contra la contaminación.”
Tuve el inmenso placer de pedalear en equipo durante dos etapas completas, la de Beaugency a Rambouillet, por el Valle del Loira y la siguiente y última, hasta París. En total 180 kilómetros en una preciosa y utilísima bici eléctrica de 24 kilos de peso.
Por convicción personal no encendí el motor ni un sólo segundo, así que imagina lo que es tirar de un artefacto pensado para ser asistido por su batería. ¿Soy tonto? Es muy posible.
Compartí una etapa con Chema Martínez, campeón de Europa de 10.000 en el año 2002 y subcampeón de Maratón en 2010. Una de esas personas que saben que se deben a la gente que les admira, haciendo de su vida un placer y contagiando a los que tienen la suerte de cruzarse con ellos.
Ya le conocía como atleta, ahora puedo decir orgulloso que le conozco como persona y no hay metales para calificarle.
Llegamos a Rambouillet con 123 kms en las piernas y claro, estando con él, había que salir a acompañarle un rato a correr. Problema: por primera vez en mis viajes, olvidé las zapatillas de deporte. Solución: buscar una tienda y comprar unas de urgencia. Encuentro un Intersport y me decanto por un modelo de 12,95€ que me saque del atolladero.
Ando como si llevara raquetas de nieve, son cómodas pero muy rígidas, qué más da. Chema se adaptó al ritmo del más lento, alargando su clase, e incluso se hizo una foto con nosotros y la subió a su cuenta de Twitter e Instagram. Lo dicho, un grande. Más todavía cuando al terminar me dice: «Nacho, ¿nos hacemos un sprint tú y yo?» No podía con mi alma pero a ver quién se niega a semejante oferta. Lo dicho, 500 metros apretando que me supieron a gloria. No los olvidaré nunca.
Al día siguiente afrontamos la última etapa, saliendo de Rambouillet con el objetivo de llegar a Paris para entregar el manifiesto al embajador de España en Francia, Ramón de Miguel, con el que me hice la foto friki del viaje.
Para el recuerdo el momento en el que vimos aparecer la Torre Eiffel en el horizonte, a unos 15 kilómetros de distancia, a la altura de Versalles. A mí se me pusieron los pelos de punta, imagina a mis compañeros que habían comenzado el reto en Bilbao.
A la mañana siguiente aproveché para salir a correr bien temprano, de nuevo con las zapatillas más baratas del mercado, y de paso hacer turismo por París, mira que he estado veces en la capital francesa pero cada visita es diferente. Opera, Madeleine, el Sena, Sacre Coeur (en el que viví un momento místico oyendo cantar de madrugada a los monjes de la basílica)…
…Notre Dame, Torre Eiffel, Montmartre, Centro Pompidou, Arco del Triunfo, el Louvre… en menos de 24 horas recorrí la ciudad entera paseando, en bici y corriendo.
Gracias al equipo de Iberdrola: Gonzalo, Mónica, Curro, Ignacio, Carlos F-G, Felipe, Chris, Amy, Carlos G, Homero, Elizabeth, Carlos S, Joaquín, Diego, Paco, Jon, Andoni… por hacerme parecer uno más. He conocido gente interesantísima con los que con suerte compartiré nuevas ideas, proyectos, eventos e ilusiones.
Salgo del hotel bajo una fina lluvia, hace frío y mientras espero que llegue el UBER que me trasladará al Aeropuerto de Orly veo a un mendigo que va descalzo, me acerco y sin pensarlo le regalo las zapatillas.
Ya dentro del avión me quedo un buen rato pensando mientras despegamos.