New June Day

No sé qué tiene junio que me pone las pilas. Tirando para atrás la vista razones hay que parecen evidentes: final de clases, adiós a los exámenes, verano tras la esquina, tres meses de locura… Y septiembre de resaca general. Tiempos memorables. ¿Pero y ahora que trabajo hasta bien entrado julio y con los hijos en casa desde ni se sabe, qué sentido tiene activarse igualmente? Será que en junio cumple años mi madre, tenemos la noche más corta del año y el sol abrasa que da gusto. Sí, dadme calor, no soporto el frío.

Junio como argumento. Junio como respuesta. Junio como lugar para quedarse ilusionado por lo que viene y satisfecho por lo que has hecho hasta la fecha. Junio como impulso, como refugio, como limbo. Porque todos sabemos que el año no acaba en diciembre. Acaba en junio y enero es una segunda parte. De las malas.

En junio compuse por primera vez una canción, con el ordenador y un programa que corría en MS-DOS, el sistema operativo precuela de Windows 95 (te veo asintiendo mientras me lees, viejales), la titulé “New June Day”, y bajo el seudónimo de Likuid como si de una premonición se tratara, pasó a formar parte de la vida de muchos amiguetes que teníamos en aquella época en el mIRC, un ensayo general de red social a modo mensajes en la que pasábamos varias horas al día, charlando por temáticas. La mía, música preferiblemente. Compartíamos bases rítmicas y otro le ponía la línea de bajo o el piano. Era la misma época memorable, finales de los 90, en la que podíamos tardar una noche entera en recibir un archivo que pesaba menos de lo que ahora ocupa una foto enviada por Whatsapp instantáneamente. Esos colegas virtuales que me decían que la grabaron en cinta de casete y se la ponían para salir de fiesta en sus coches noventeros.

Con esa canción comenzaba el primero de los tres discos (por llamarlos de alguna forma, más bien eran un recopilatorio de temas terminados entre los miles que se quedaron a medias), que publiqué entre 2001 y 2007 y que fueron utilizados para cortometrajes, páginas web y vídeos corporativos.

Vuelve junio y vuelven mis ganas de componer música, pero esta vez dejo de lado el teclado MIDI y los secuenciadores digitales, lanzándome a la guitarra acústica como signo de la madurez que sin remedio nos llega a todos.

Disfruten de junio, que el año se acaba.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
10 de junio de 2020