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    La letra con pasión entra.

    Desde siempre me ha parecido admirable la capacidad de enseñar de los maestros. Recuerdo perfectamente a aquellos míticos profesores del colegio que consiguieron que aprendiera las bienaventuranzas, que entendiera cómo funciona el clima, cómo se hace una raíz cuadrada, cuáles son las capitales de todos los países de Europa o cómo diferenciar el reino, tipo, clase, orden, familia, género y especie de cualquier animal… Conceptos que, a día de hoy, se mantienen intactos en mi cabeza. O ese otro en la Universidad que, como por arte de magia, hizo posible que me cuadrara un balance, me convenció de la utilidad del álgebra lineal, hizo que fuera hasta divertido el Derecho…