Dentro de veinte años

Seguro que alguna vez has divagado pensando dónde estarás dentro de veinte años. Se trata de un ejercicio mental que te hace crecer como persona, que te sitúa y te ancla en el presente (algo que siempre es bueno en esta sociedad del futuro inmediato) a la vez que sirve para imaginar (y por tanto ayuda a esforzarte y enfocar) dónde te querrías ver en esas dos décadas, un porvenir no tan cercano.

Pero seguro que no tantas veces te has planteado la acción al contrario, mirar hoy hacia atrás y valorar lo que eras y lo que eres, con los bandazos y líneas rojas, las incongruencias y contradicciones, los que sí y los que no…

Pues eso es lo que me ha pasado durante la semana pasada, en la que he tenido la suerte de compartir tiempo de entrenamientos y de ocio con un grupo de deportistas en Sierra Nevada, la mayoría de los cuales rondaban los veintipoco años. Se trata de la concentración anual que organiza con sus pupilos mi hermano Jorge Preparador, mezclando a sus triatletas de primer nivel (entre ellos varios campeones regionales y de España de Triatlón) con otros menos “pros” y que desde mi agencia tengo el privilegio de patrocinar dentro de las acciones de mecenazgo y responsabilidad social corporativa que toda empresa debería llevar a cabo conforme va creciendo y las cosas comienzan a ir bien.

Una semana escuchando a chavales hablar sobre sus inquietudes personales y laborales, mientras subíamos durísimos puertos como El Duque, la Hoya de la Mora, El Purche o Capileira, en la zona más alta de la península, a los pies del Veleta, cargando de oxígeno el cuerpo y la mente para este inicio de curso que afronto, como siempre, con la ilusión de un niño (nunca mejor dicho) porque todos sabemos que los años realmente comienzan en septiembre.

Siete días de mucho deporte, mucho relax y relaciones sociales, colaborando todos mano a mano en las comidas, en la organización, en los paseos, solventando problemas juntos y enfocando soluciones desde distintos prismas (todos igual de válidos), tocando la guitarra (la brecha musical sería asunto para otro artículo) y tomando cervezas (unos más que otros). Sumando la edad de los dos pequeños, aún me sobraban tres años de experiencia, realmente ha sido una cura de rejuvenecimiento para mí que, aunque con más arrugas y canas que todos ellos, todavía he podido ganarles algún sprint en bici. El que tuvo retuvo, pequeños.

Bajo de la sierra fuerte en bici y fuerte en mente. Bajo fresco y contento, porque lo que más orgulloso me traigo es seguir ilusionándome con ellos. Aprendiendo de todos ellos. Me veía en sus valientes ojos. A distancia y siempre a tiempo.

Cuánto tienen que enseñarnos siempre los más jóvenes. Aunque a veces se merezcan un buen pescozón. En el fondo todos siempre, en la edad que tengamos, acabamos mereciéndonoslo.

N7, 11 años contigo

Montar una empresa es fácil, lo chungo es mantenerla y no hace falta que nadie diga lo complicado que supone pasar la decena de años. Ser parte de un negocio que paso a paso se convierte en algo grande genera una mezcla de orgullo y responsabilidad complicada de explicar con palabras. Tener un equipo cada vez más grande, un listado de clientes cada vez más amplio, un abanico de servicios cada vez más completo.

Ser parte de N7 es comenzar cada día con la ilusión de encontrarnos algo diferente, un mundo (el de la comunicación) que cambia cada minuto, que evoluciona a una velocidad que no permite dormirse nunca, convirtiendo en un precioso reto cada nuevo cliente, cada nueva campaña, cada nuevo acierto. No hay palabras para describir lo que disfrutamos con nuestro trabajo y eso se nota en el cariño que ponemos a lo que hacemos y en el que recibimos de nuestros compañeros de viaje.

Ha llegado 2021 y tras el shock mundial de la pandemia cumplimos 11, a punto de la docena y con más ganas que nunca de seguir caminando al lado de cada día más marcas. ¿Quién nos iba a decir allá por 2010 cuando comenzamos a rodar haciendo sencillas páginas web que llegaríamos a donde estamos?

No hay otro secreto que el trabajo duro, la empatía con los clientes y los empleados, la educación y buenas maneras, la formación continua y las ganas diarias de hacer las cosas bien, con entrega y mucha pasión.

Mientras no perdamos nada de este cocktel creo que podremos seguir creciendo, pasito a pasito, con mano firme y como dije en una entrevista hace poco, transmitir con tranquilidad, serenidad y seguridad la idea de que “Elegir N7 es tener la tranquilidad de estar en buenas manos”

Ahora a por otros 11 años. ¡Y que tú los veas!

Los logotipos también envejecen

Tras muchas reuniones y deliberaciones entre los socios, los accionistas o el equipo directivo, por fin alguien se decide a llevar a cabo el cambio de imagen de marca. Todos los años vemos cómo algunos de los grandes emblemas nacionales o mundiales afrontan un cambio de estas características, principalmente a través de su logotipo. Sólo en este 2019 tenemos los ejemplos españoles de BBVA, Correos, Cola Cao o Zara, nada menos. Y si echamos la vista un poco atrás veremos que prácticamente todas las marcas que nos rodean han cambiado: partidos políticos, medios de comunicación o equipos de fútbol.

Los motivos suelen ser variados, aunque actualmente la causa principal para ejecutar el “rebranding” suele ser la digitalización y adaptación a los nuevos soportes y canales de comunicación, principalmente redes sociales y páginas web. Aunque también puede deberse a obsolescencia (por llamarlo finamente), cambios de nombre, culturales o incluso de legibilidad. Sea como sea, toca ponerse en la piel de los clientes y entender lo que transmitirá el cambio. Se puede tratar de una operación quirúrgica completa o de un lavado de cara más sencillo, a modo de “restyling”. A partir de este momento nos enfrentamos a una serie de soluciones y consecuencias que merecen ser tenidas en cuenta, se trata de un paso muy importante que no siempre se ejecuta de la manera correcta, a veces corriendo riesgos innecesarios o cambios de posicionamiento no deseados.

Acostumbrado a hacerlo para los clientes con el equipo de diseño gráfico de mi agencia, hace unos meses nos vimos inmersos en este proceso desde dentro, “sufriendo” en nuestras propias carnes la cantidad de cabos que no se pueden dejar sueltos en el asunto. Tras muchos años con el antiguo logo, el nuevo N7 salió a la luz seleccionado por unanimidad.
Cambiar el logotipo supone dos grandes cambios globales. Por un lado, el físico, en nuestro caso hubo que actualizar los perfiles de redes sociales, la web, los anuncios que tenemos contratados, las equipaciones de los equipos deportivos que patrocinamos, tarjetas de visita, firmas de los correos y dosieres de venta para clientes. Por otro lado, el mental, asumiendo que el cambio de marca se realiza hoy pero se afianza en el futuro, ganando peso exponencialmente con el paso del tiempo. Quizá esto último sea lo más difícil y con unos resultados que solo podremos valorar dentro de unos años. Estamos convencidos de haber acertado, sabiendo que tuvimos en cuenta todas las variables a la hora de realizarlo, visualizando una evolución equilibrada y positiva.

Quizá ahora mires alrededor y sientas que a alguno de los miles de logotipos que te rodean le falta chispa o ha quedado anticuado. Eso mismo nos pasó a nosotros y en vez de dejarlo pasar, nos enfrentamos a una decisión con alta resistencia al cambio, pero con unos resultados que a la larga van a ser los deseados.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
24 de julio de 2019