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    Desubicado

    Abro los ojos algo desubicado. Me he quedado frito viendo Dunkerque. Joder Nolan, patinazo. El asiento de al lado está vacío. Abro la ventanilla y, detrás del descomunal motor Rolls Royce del avión en el que viajo a Colombia, veo sorprendido cómo asoma entre las nubes el pico verdoso de la enorme montaña que corona una isla en mitad del Atlántico. ¿Qué será esto? Menuda maravilla, un archipiélago de formas diversas y acantilados vírgenes. Tardaremos diez horas, veintisiete de puerta a puerta, para cruzar el océano por esta ruta, distinta a la que otras veces he realizado más al norte siguiendo la línea prácticamente recta que sobre el paralelo de…