Suicidios cotidianos.

Talinda Bennington, la mujer del cantante de Linkin Park que se suicidó hace un mes, puso una foto en Twitter en la que se ve una familia feliz, riendo, confiados y mirando al infinito. Salen ambos con sus hijos. Ni rastro de pena. Ni rastro de locura. Ni rastro de duda. «Esta foto es de unos días antes de que mi marido se suicidara. Los pensamientos suicidas están ahí, pero nunca se sabe.» añadió. Una persona que aparentemente lo tenía todo: familia, dinero, fama. Si ellos caen al pozo, qué no podrá suceder al resto de «mortales».

Me he puesto a investigar un poco para esta columna y no salgo de mi asombro. Estoy en shock. Os cuento. El suicidio es la principal causa de muerte no natural en nuestro país. Y a gran distancia de la siguiente. El 10 de septiembre se ha establecido como el Día Internacional de la Prevención del Suicidio, una lacra que según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) duplica al número de fallecidos por accidente de tráfico. La mayoría entre 35 y 60 años. En España se producen más de 10 suicidios al día, un dato que sigue subiendo de manera casi continua desde los años 80. Lo hacen mucho más los hombres que las mujeres. Y en el mundo es la primera causa de mortalidad en mujeres de entre 15 y 19 años.

El presidente del Teléfono de la Esperanza en Aragón, enumera los factores de riesgo siguientes: enfermedades mentales como adicciones o depresión, profundas crisis existenciales, personas con historial previo de intentos, afectados por la soledad e incomunicación y enfermos crónicos. Unas investigadoras de la Universidad de Cantabria publicaron un estudio en la Revista de Psiquiatría y Salud Mental que, entre otras muchas cosas, destapa la dificultad en la medición quizá debido a la explosiva mezcla de vergüenza, tabú, o dolores y dramas familiares. También encontramos curiosidades como que las provincias con temperaturas más altas o con menor PIB tendrán una mayor probabilidad de encontrar suicidios. Desde la Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del Suicidio añaden que se calcula que en menos del 20% de los casos hay una nota de despedida, cuestión que dificulta aún más establecer correctamente los motivos o causas.

Ahora toca salir a la calle y abrir los ojos. Estoy seguro de que somos capaces de evitar seguir engordando estas cifras. Qué duro sería echarse posteriormente las manos a la cabeza por no haber movido un dedo alegando un «nadie se lo esperaba».

Permitir que algo o alguien te amargue la vida es el primer paso, siempre hay algo más importante que una discusión laboral, un problema económico, una disputa familiar. Es un topicazo pero el único problema que no tiene solución es la muerte. Que lamentablemente a su vez se convierte en solución para los problemas de más gente de la que debería.

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 13 de Septiembre de 2017

Sudores fríos en Septiembre.

Los años comienzan naturalmente en Enero pero Septiembre tiene más tirón. Exceptuando las típicas y poco útiles declaraciones de intenciones como apuntarse a un gimnasio o dejar de fumar no hay color entre ambos meses a la hora de comenzar ideas o proyectos. En Septiembre empieza todo: el nuevo curso de tus hijos, los nuevos clientes, las nuevas campañas, las diez llamadas, los cien whatsapp, los mil tuits. En Septiembre vuelven los entrenamientos conjuntos y los paseos por la ciudad en familia, vuelve la bici urbana y escribir con boli y papel, vuelven los pantalones largos y la oficina. En Septiembre vuelven los viajes, vuelve el tren y el avión, el portátil y vuelve el reloj. También vuelven las comidas con amigos y las reuniones de trabajo, los planteamientos a largo y las ejecuciones a corto.

Septiembre, bienvenido siempre.

En Septiembre vuelve la formación y bendita sea, nos hace crecer como alumnos y nos hace aprender como profesores. Ya he perdido la cuenta de las charlas, seminarios y ponencias que he impartido en los últimos años, de la cantidad de interesantísimas personas con las que gracias a esto me he cruzado, de los preciosos lugares en los que he estado gracias a esta pasión que me vino de rebote, como suelen aparecer aquellas que no son vocaciones pero con el tiempo se hacen imprescindibles.

Estaba sentado escuchando a un señor que rondaba los sesenta, con un sueldo fijo y seguramente no pequeño, sentando cátedra sobre las bondades del emprendimiento. No hablaba mal pero de pasión iba justo, no se expresaba mal pero no había sentido en sus carnes el gusanillo del funambulismo que provoca arriesgarte cada día. Entonces decidí que ese señor tendría que ser yo. Y con mucho desliz, aprendizaje y cabezonería, acabe siéndolo. Al menos de vez en cuando, cuando me pongo frente a un auditorio y todavía me viene el sudor frío. Ese que despierta y refresca. Que no se vaya.

Sigo asistiendo a cursos como alumno, eso faltaba, algunos por internet y otros en directo, y sigo aprendiendo cada día afortunadamente. Recuerdo la primera vez que hablé en público, en primero de carrera, sudor frío. Recuerdo la primera vez que impartí una clase, en un máster de la Universidad de Murcia, sudor frío. Recuerdo la primera vez que organicé un curso propio, nervios para llenarlo y, cómo no, sudor frío.

A la vista, y en breve, Murcia, Madrid, Barcelona, Granada y Menorca como lanzamiento de este nuevo curso y más de una sorpresa en forma de ponencias personalizadas e individuales, una de las posibilidades formativas que más están funcionando últimamente. Más trabajo pero más efectivas, sin duda.

Vuelve Septiembre y la agenda echa fuego. Gracias sudor frío por equilibrar esta temperatura.

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
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Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 6 de Septiembre de 2017

Si yo fuera rico.

Abrir los periódicos y ver que un multimillonario ha comprado un equipo de fútbol es algo que ya no sorprende. Jeques árabes, amos del petróleo, dueños de holdings empresariales, constructores, cabezas de sagas familiares, amos de gaseoductos, señores del acero o grupos de inversión planetarios. El dinero llama al dinero y el deporte, como se ha comentado varias veces en esta misma columna, es una inversión de moda.

Imagino que estás leyendo esto recién incorporado al trabajo o a punto de volver de vacaciones. Quizá una parte de tu tiempo de veraneo lo has pasado en un pueblo remoto. Esa localidad que en periodo estival multiplica su población y que tiene más alicientes de los que a veces nos paramos a pensar cuando estamos disfrutando del ocio y el entretenimiento. Porque nosotros volvemos a casa, a la urbe habitual en la que nos movemos. Pero el sitio se queda. Y se quedan sus gentes. Y volviendo al hogar me ha dado por pensar que si yo fuera rico, en lugar del Paris Saint Germain o el Valencia, yo lo que me compraría es un pueblo. O mejor aún, organizaría uno nuevo sin los vicios que tiene habitualmente cualquier pueblo. He pasado muchas horas jugando el SimCity, me veo preparado.

Comenzaría a construirlo desde cero, con zonas residenciales atractivas para los futuros vecinos. Habría, por supuesto, interesantes zonas comerciales cercanas a nuestras viviendas. También zonas industriales sostenibles posiblemente un poco más alejadas. El terreno adquiría valor con el paso del tiempo. Tendríamos que sopesar la manera de conseguir energía sin pasar por los aros existentes. Conectarnos con el resto. Malabarismos pero de los buenos. De los que reírnos con. Sin hacer reír al resto. No reírnos de.

Si yo fuera rico no tendría que endeudarme ni pensar en subvenciones. Tendría unas excelentes instalaciones municipales. Las fiestas de mi pueblo serían la envidia general. Habría servicios urbanos de calidad. Iríamos creciendo de un modo lógico, alejados de enganches financieros o de servidumbres. Tendríamos el transporte público más eficiente de la comarca. El alcantarillado, las licencias y las obras menores, por poner tres ejemplos, se cimentarían racionalmente.

¿Y qué me dices de la pillería y trampa típicas españolas? No las habría porque no serían necesarias. Comunicaríamos eficazmente, sin opacidad ni mentiras. Las fotos, después. Seríamos punto de encuentro, punto de paso, punto de partida y punto de retorno.

Mi pueblo sería tu pueblo y vendrías encantado a vivir conmigo.

Y quizá, cuando nuestro pueblo hubiera crecido lo suficiente, fundaríamos nuestro propio equipo de fútbol. Y entonces, con los años, nos convertiríamos en una ciudad y querríamos irnos a un nuevo pueblo. Y habría que fundarlo. Y soñaríamos de nuevo que somos ricos y capaces de hacerlo.

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
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Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 30 de Agosto de 2017

Vuelve el fútbol.

Hasta el otro día, cuando disfruté de los noventa minutos completos del partido de ida de la Supercopa de España en el que el Madrid barrió al Barça, el último partido de fútbol que había visto entero fue la final del Mundial de Sudáfrica cuando España ganó y Casillas le estampó aquel memorable beso en los morros a la Carbonero.

Han pasado siete años y desde aquel momento no digo que no siguiera un poco el asunto futbolero, porque si vives en España es imposible abstraerte del todo (medios de comunicación, conversaciones con amigos, redes sociales), pero no veía más que algún resumen o ese golazo por jornada que metía fulanito y corría como la pólvora por los WhatsApp de turno.

Hace un tiempo la cosa era distinta, incluso iba al campo a ver al Valencia, el equipo familiar, hasta me uní a una peña del club en Madrid y asistí en directo a la final de la Europa League que ganamos en Goteborg al Olympique de Marsella. Pero entre unas cosas (las dos finales de Champions perdidas por un lado) y otras (mi hijo quiso una equipación del Real Madrid por su santo) el asunto ha tenido que cambiar.

La guinda se sirvió hace unos días cuando en un evento familiar mis primos me convencieron para que me uniera a ellos en la Liga Fantástica Marca, ese juego en el que tienes que formar tu once fichando y vendiendo jugadores, compitiendo contra el resto de amigos en una competición privada. Zalazar (del Albacete) era mi estrella cuando participé por última vez en esta historia, y los cambios de cada jornada se realizaban por correo o por teléfono. Tela.

Hoy ha terminado la primera jornada y mi alineación titular me ha dado la sorpresa de encabezar la clasificación familiar, tras empollarme las noticias de la pretemporada y devanarme los sesos formando un equipo medianamente sólido. Yo que hasta hace unas horas no conocía más que a Messi y Ronaldo.

Ya veremos cómo acaba la cosa, pero estos once tíos me han dado una alegría y quizá las ganas de seguir con un poco de interés junto a mi hijo (que me ayuda con sus cromos) un deporte que me tenía totalmente desencantado. Por lo menos hasta la fecha sigo con interés los fichajes, las estadísticas y el mercado en busca de alguna ganga.

Mis primeros 69 puntos son fruto de Cuéllar de portero (paró un penalti); Cancelo (buscando desde ya un sustituto pues se va de España), Juanfran y Muniesa de defensas; Gabriel, Joaquín, Jurado, Enzo Zidane (el único que no me puntuó en esta primera jornada) y Celso Borges de centrocampistas y Baptistiao y Kike de delanteros.

¡Ataos los machos primos y amigos, este año la Liga Fantástica va a estar cara!

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
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Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 23 de Agosto de 2017

Ruido: Un relato corto de verano.

El ruido suele escucharse cada noche, penetrante, entre las tres y las cinco de la mañana. Comienza flojo, suave, arrítmico y evoluciona ansioso, grave, doloroso. No sería capaz de explicar, ni en siete vidas, el temblor que le produce, la angustia que le rodea entre las brumas nocturnas del ojo abierto / ojo cerrado cuando el dichoso sonido asoma entre sueños. Ella vive en una casa grande y baja, en un pueblo de catorce habitantes, perdido entre montañas. Se acuesta cada noche sufriendo. ¿Vendrá? Es incapaz de asomarse para investigar la procedencia. Pavor a encontrar el origen. Suena muy cerca, como bajo su ventana. Una naturaleza extraña, como de fuera de este mundo. Parece un murmullo de multitud de gente en medio de este páramo deshabitado. Tiene diez años, lo evita, se cobija bajo las sábanas y reza para que pase lo antes posible.

El ruido suele escucharse cada día, relajante, entre las tres y las cinco de la tarde. Comienza suave, flojo, arrítmico y evoluciona brioso, alegre, contento. No sería capaz de explicar, ni en siete vidas, la paz que le transmite, el gozo que le rodea cada sobremesa cuando desde la ventana del piso del rascacielos saca la cabeza intentando localizarlo. Se levanta cada día mirando el cielo negro de contaminación. Vive en la ciudad más grande de su continente, rodeada de asfalto y mar. Suena como si fuera el eco de animales lejanos. Un sonido de apariencia natural en medio de la jungla de coches, cláxones y gentío. Siente el miedo a perderlo. El temor a que no vuelva. ¿Se irá para siempre? Tiene diez años, lo busca, mira alrededor queriéndolo sólo para él y rezando para que dure lo máximo posible.

Han pasado cuarenta años.

El ruido sonaba puntual en este aeropuerto dos veces al día. En el despegue de dos vuelos a dos puntas del mundo. Un vuelo al día a la ciudad de ella. Un vuelo al día al país de él. Dejó de escucharse hace cinco décadas. El día que nacieron. Verano. El mismo día. Lo robaron sin saberlo. Hoy están llegando a la misma terminal. Ni se conocen.

Ella tiene cuarenta y nueve años. Lleva quince días sin escucharlo. Está disimulando los nervios de volver a casa y volver a encontrárselo. Tiene miedo, no quiere que el sonido reaparezca. Lo desea con todas sus fuerzas.

Él tiene cuarenta y nueve años. Lleva quince días sin escucharlo. Está deseando volver a casa y volver a encontrárselo. Está nervioso, quiere que el sonido vuelva. Lo desea con todas sus fuerzas.

De repente sus miradas se cruzan. En el preciso instante en que el ruido vuelve a sonar en este lugar y para siempre desaparecerá de sus lugares de origen. Suena fuerte y suave, alegre y molesto, doloroso y grave, arrítmico y brioso. Todo al mismo tiempo en sus cabezas. Súbitamente entienden su vida y su destino.

Estaba cantado: Se acercan, se siguen mirando, se intuyen, se separan y se olvidan para siempre. Despegan sus aviones. Vuelven a sus casas. Y el sonido se queda de nuevo aquí. En este aeropuerto. Eligiendo un nuevo destino. Esperando nacer de nuevo en otros dos lugares remotos del mundo.

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
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Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 16 de Agosto de 2017

El negocio del deporte.

Es de sobra conocido que las grandes empresas mundiales marcan el camino en cuanto al marketing se refiere. En cada momento de nuestra historia reciente han sido ellas las que han seguido, o a veces incluso generado, las modas de turno. Algunas pasajeras, otras para quedarse. Algunas interesantes, otra mejor olvidarlas.

Personalmente me parece muy interesante analizar cómo varía el denominador común con el paso del tiempo, sólo tienes que echar un vistazo a YouTube cada cierto tiempo o tirar de recuerdos mentales para hacerte una imagen concreta de la evolución mencionada.

Una de las modas actuales, bendita sea, es el deporte. Y todas las marcas con un mínimo de empatía social, ganas de hacerlo bien y con los ojos abiertos al mercado están metidas en el ajo. Tienen claro que el deporte mueve dinero. Mucho dinero. Y no me refiero a las superestrellas de fútbol, baloncesto o tenis; las carreras populares se han disparado y con ello la pasta que generan y reparten. Cualquier competición local tiene muchos más participantes ahora que hace sólo unos años y las empresas de cada ciudad también quieren sacar su lógica tajada. Las hay coherentes con su estrategia de marketing y también las hay que hacen el más espantoso ridículo.

A nivel personal he vivido en carnes propias el tema del que hablo. Hace ya casi tres años coordiné a un grupo de tuiteros corredores que se unieron para cruzar la meta del Maratón de Nueva York, un proyecto ilusionante para los más de 50 participantes y atrayente para empresas patrocinadoras, que también fueron muchas. Conseguimos un retorno inimaginable para aquellas que apostaron por echar una mano al viaje apoyando aquella locura. Acabaron tan satisfechas con la repercusión conseguida (incluso reseñas a nivel nacional en el Marca y Antena3, a lo que sumamos un alcance desorbitado en Twitter, donde superamos 1 millón de impactos y 615.000 usuarios únicos la semana de la competición) que al año siguiente repetimos con el Maratón de Berlín. Momento auto bombo: desde mi agencia (N7) gestionamos la comunicación y los patrocinios.

Lástima que luego me rompí el menisco y tuvimos que parar el proyecto de las maratones temporalmente, mi cuerpo no está para largas tiradas corriendo, pero no quedó parado el tema, puesto que como directivo entiendo imprescindible seguir apostando, si no puede ser como receptor será como «entregador», involucrando a mi empresa en aquellos proyectos deportivos que merecen la pena patrocinar.

Y cómo no, la mayoría de ellos están relacionados con el triatlón, deporte en el que además estoy federado junto a cerca de otras 30.000 personas en España, número que se ha duplicado en los últimos 8 años, según datos del Consejo Superior de Deportes (CSD).

Un negocio que funciona de modo circular entre empresas, marcas y deportistas, sin dejar de lado a federaciones, clubes e incluso ayuntamientos. La retroalimentación entre todos está dirigiendo el sector hacia un éxito rotundo: genera trabajo, genera dinero, genera diversión y genera salud. ¿Hay algo más redondo? Quizá sí, un balón de fútbol, pero en esa industria va a ser difícil que metas la cabeza si eres una empresa, una marca o un deportista.

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
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Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 9 de Agosto de 2017

Yeste es más que fuego.

Es cierto. Una de las cosas que me vienen a la cabeza cuando pienso en Yeste es fuego. Pero no el que estamos viviendo ahora, sino los fuegos artificiales de la noche de la romería, una de las más impresionantes fiestas que podrás vivir en tu vida. Yeste es un lugar muy especial para mí. Es el pueblo de mi mujer. Aquí la conocí. Aquí estuve a punto de morir en un accidente de coche. Aquí vive mi suegro. Aquí nació la madre de mis hermanos y aquí pasamos mucho tiempo desde hace ni se sabe. Aquí tenemos amigos.

Estoy en la cafetería del hotel, mi oficina habitual cuando paso largas temporadas en este precioso pueblo, escribiendo esta columna sin conocer todavía el alcance definitivo del incendio. Pregunto a mi alrededor pero nadie sabe cómo está la situación. Voces contrarias. Unos lo dan por apagado y le quitan importancia. Otros dicen que está fatal y sigue descontrolado. La realidad es confusa y los organismos no están ayudando. No hablo de gestión del incendio en sí, porque no soy experto, sino de la forma tan opaca de comunicar lo sucedido. Información continuamente contradictoria incluso desde perfiles oficiales. Cuando no es rentable decir la verdad, los mediocres abusan de las mentiras. Más vale callar que rellenar espacios. Pero claro, ¿qué se puede esperar de una sociedad que lo politiza todo?

Lo mejor que podemos hacer para ayudar es visitar la zona cuando se haya controlado. Por mucho que se queme seguirá siendo único. Venir a pasar las vacaciones o un fin de semana. Gastar nuestro dinero en los comercios locales. Buscar casas rurales, balnearios, campings, bares, restaurantes. En verano hay fiestas en muchos pueblos de la zona. Si eres senderista, runner o ciclista seguirás teniendo las mejores opciones del sur de España para practicar tu deporte. Todos podremos ayudar si decidimos simplemente pasar unas horas aquí, disfrutar de algo único y difundirlo a todo el mundo.

Deporte, familia, aventura, gastronomía, fiestas, relajación, paisajes, monte, nieve, ríos, senderos, rutas, buena gente. La Sierra del Segura tiene algo especial y un maldito incendio no va a cambiarlo. La zona se recuperó tras el dantesco desastre de 1994. Ahora no van a ser menos. Les conozco, tienen los huevos más gordos que San Bartolo. Sacad vuestras agendas: Fiestas a finales de Agosto, Feria de Tradiciones en otoño, Navidad, Semana Santa. Nos esperan el castillo, el hotel, el convento, el puente Vizcaínos, un potaje bochero, bañarse en el río Mundo, tirarse en bici ladera abajo, caminar sin cobertura durante horas, que se te caigan encima las estrellas, bañarse en el río Segura, poner los pies helados frente a la chimenea, correr dando saltos entre piedras, subir al Ardal y ver hasta Sierra Nevada si el día es claro, nadar en el Pantano de la Fuensanta, ver buitres sobre tu cabeza, cruzarte con un jabalí o una cabra montesa, arañarte las piernas con las carrascas, subir a la Borriqueta, oler a chusmarro, comer ajopringue, pipirrana, oreja, rabo. Las sandías de Llanomajano. Los Chorros del Río Mundo, Tus, Liétor, Nerpio, Letur, Boche, Riopar, La Graya o Rala seguirán acogiéndonos con los brazos abiertos.

Y cuando vengas verás el maravilloso cartel a la entrada del pueblo: “Llegas a Yeste, estás en tu casa.” ¿No te parece insuperable?

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 2 de Agosto de 2017