Los años pasan y asumes aquello que sufrías, viendo como la perspectiva que otorga el tiempo sosiega, sana y calma, como si de After Sun se tratara, las quemaduras que solo el que aquí se verá reflejado podrá entender.
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El cobijo fácil.
Todos asistimos de vez en cuando a eventos con gente, a reuniones de todo tipo: Talleres de formación, charlas informativas, clases divulgativas, presentaciones, mesas redondas, seminarios empresariales, jornadas técnicas, juntas directivas o encuentros organizativos. Casi siempre se sigue un guión establecido de antemano, una especie de orden del día que supone estar preparado para lo que te vas a encontrar, afrontando previamente los escenarios posibles y, al menos en mi caso, intentando estar informado para conseguir ser realmente productivo. Últimamente apuesto por poner hora de finalización a todos los encuentros. Creo que saber cuándo acabará supone un plus de organización imprevista de modo que con la experiencia se consigue pasar…
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Leyendo los veranos.
Hoy me ha venido a la cabeza “La vida sale al encuentro”, un libro que disfruté cuando rondaba los quince años en un verano sin televisión ni teléfono que pasé entre moscas y tórridas siestas. Dejó huella. Me he acordado de él muchas veces, pero nunca me había parado a pensarlo profundamente. Sigue dejándola parece. Incluso con sus muchos peros inducidos por la censura franquista o el excesivo punto de vista clerical merece la pena su lectura y posiblemente se lo recomiende a mis hijos cuando crezcan. Quizá también a ellos les impacte. Hoy también recuerdo otros felices estíos con lectura entre manos: “Cienfuegos” y las ganas de aventura que…
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Vacaciones en modo avión.
Cada uno decide qué hacer con el tiempo que le ha sido concedido. Hace ya muchos años leí o escuché esta frase en algún libro o película que ahora no recuerdo. Me impactó de un modo tan brutal que aún aparece entre mis pensamientos a menudo. Vuelve a mi cabeza en estos primeros de agosto porque veo lo complicado que supone a veces gestionar nuestros horarios cuando no tenemos las obligaciones laborales de un día cualquiera. Cosa que sucede ya sea teniendo mucho o poco tiempo libre. Parece que no tiene que ver con eso. Tiene que ver con nuestro actual modo de vida. Ayer mismo tuiteaba que a veces…
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#FuerzaOrive
Recuerdo perfectamente mi primer día de trabajo en Radio Murcia. Conocía bien la empresa, había trabajado en las oficinas del Grupo Prisa en Gran Vía 32 de Madrid algunos años antes. Esta vez era diferente por muchos motivos, en la capital organizaba conciertos, aquí me tocaría vender publicidad encontrando clientes para los soportes que el grupo comercializaba en esta ciudad. Recuerdo perfectamente cuando me enseñaron las antiquísimas instalaciones de la radio, las cabinas, los despachos, los pasillos amarillentos, los cables por todos lados, las mesas de sonido convertidas en reliquias que harían babear a cualquier coleccionista. Era increíble que desde un lugar como ese se emitiera diariamente un contenido de…
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Y esa luz.
Siempre hay alguien que de un tortazo nos devuelve a la tierra, nos pone en contexto, consigue que olvidemos las tonterías que nos rodean y hace que, de un plumazo, sintamos lo que debemos sentir, dejando de lado aspectos superfluos de nuestras vidas. Hace cuatro días el directo a la mandíbula nos lo dio un chaval, a unos metros de donde estábamos, que decidió suicidarse colgándose de un balcón usando para ello sus propios pantalones. Así como suena. Más crudo escribirlo casi que vivirlo, la velocidad de los acontecimientos en directo supera cualquier película. Lo hizo en mitad de la noche, justo cuando por su lado pasaba la procesión del…
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Es una pena.
Es una pena que nuestros teléfonos ya no tengan botones. Y que tengan más memoria que nosotros que ya no recordamos los números de nuestros amigos ni los de nuestros familiares. Los números de teléfono tenían algo especial, no eran una sucesión de cifras cualquiera, decían algo. Sonaban. Siempre. Pero ya no los tocamos, ya no los sentimos. Ya no suenan, ya no hablan. De hecho ya ni son nada porque nadie se acuerda de ellos. El pitido de los nuevos smartphones al rozar sus pantallas planas no hace más que recordarme que olvidé qué teclas pulsaba cuando te llamaba. Hemos vivido cómo los prefijos pasaban de ser el viaje…