Goyas, Oscars y cine, mucho cine.

No puedo asegurar a ciencia cierta cuál fue la primera película que vi en el cine. Por más que me devano los sesos siempre dudo entre dos momentos muy concretos de mi infancia. El estreno de “Regreso al futuro” con los derrapes incendiados del Delorean, en la Navidad de 1985 en el cine Centrofama de Murcia, con mi madre o la reposición de “Dumbo” y sus pompas cuadradas, en un año indeterminado en el Teatro Victoria de Hellín, con mi padre. Desde aquellos momentos, con unos tiernos 7 u 8 años siempre he estado en mayor o menor medida enganchado al cine. ¿Y quién no?

Como en otros muchos aspectos de mi vida soy una persona con gustos heterogéneos: “Casablanca”, “Blade Runner”, “El club de la lucha” o “Top Secret”. ¿Para qué encasillarse si puedes elegir “Lunas de hiel”, “Cinema Paradiso”, “Trainspotting” o “La naranja mecánica”? O temas tan distintos como los tratados en “Love Actually”, “American History X” o “La princesa prometida”.

El cine es maravilloso. Consiguió que “El Señor de los Anillos”, la adaptación de uno de mis libros preferidos, estuviera a la altura de lo que mi cabeza tenía dentro. Consiguió que con “Memento”, “El truco final” o “Interstellar”, Christopher Nolan entrara de pleno derecho en mi lista de personajes idolatrados. Consiguió que “Los Santos Inocentes”, “El día de la bestia”, “La lengua de las mariposas”, “La gran familia española” o “Hable con ella” sean obras maestras del cine mundial y lo discuto/defiendo con quien quiera.

Del mismo modo que la piratería no acabó con la música, no lo hará con el cine. Sólo provocó un cambio (vale, quizá cataclísmico) en su industria que por cierto estaba, y sigue estando, bastante desequilibrada para los artistas. Sí, artistas. Los que crean arte. Contar una historia no es tarea fácil al alcance de cualquiera.

El cine es variedad y como tal se debe respetar que sus creadores luchen por lo que creen que es justo. Y que lo hagan siempre que quieran, eso faltaba. Y qué mejor escaparate que las galas de entregas de premios. Lo hacen en los Goya y lo hacen en los Oscar. Lógico, a veces tienen más audiencia estos eventos que las propias películas. Ellos tienen todo el derecho del mundo a quejarse, lo que no impide que a algunos les sobre arte y les falte eso, lógica. Sobre el asunto de las subvenciones podríamos hablar profusamente en otra ocasión. Sólo comentar que el cine no es la industria que más dinero recibe en España, ni mucho menos. Investigad sobre el automóvil, por ejemplo.

Para terminar me encantó cómo Dani Rovira inició la gala. Callando bocas de trolls tuiteros. El año que viene más.

Lo veré, quizá con palomitas.

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 8 de Febrero de 2017

Fumadores

Hubo un tiempo en que fumaba. No mucho. La época de estudiante universitario, no recuerdo si quizá realmente fue acabando el instituto por el efecto imitación. El hecho es que fumaba y me gustaba pero nunca me enganché. De la misma forma que comencé lo dejé, indolorosamente.

No me molesta ni el humo ni el olor. Veo a la gente que todavía fuma, me gusta verles, son una especie de valientes apestados sociales. Se les ha ido arrinconando con circenses leyes que dejaron endeudado a más de un hostelero tras afrontar la obra de su local separándolo en zonas. Un dinero tirado a la basura poco después, cuando prohibieron totalmente fumar en los locales privados. Eso sí, qué bonita quedó esa mampara de metacrilato.

Tabaco Fumadores

Las restricciones fueron aumentando y no es de extrañar que antes o después sólo puedan fumar en sus casas, a las que todavía algunos invitados tienen la poca vergüenza de quejarse del olor cuando van de visita. En mi casa no fumamos, pero si vienes a vernos podrás hacerlo sin tener que salirte al balcón, luego ventilaremos si es necesario. Si nos ponemos así, por qué no prohibir que ciertos conocidos usen el baño, algunos de sus efluvios son más radioactivos que los del cigarrillo.

Vale que los fumadores pasivos también pueden sufrir cáncer de pulmón y que los niños son especialmente afectados. Tengo dos hijos y me preocupa bastante más la cantidad de contaminación que respiran cada día en la calle, repleta de coches diesel que nos vendieron como verdes y nos están matando silenciosamente. Me preocupa más que sus compañeros de clase merienden cada día bollería industrial en lugar de un bocadillos de queso y salchichón. Pero el tabaco es malísimo, los fumadores son unos delicuentes y para evitarlo se gastan chorrocientos euros en campañas de concienciación.

Me recuerda a cuando prohibieron comprar alcohol pasada cierta hora de la noche, en un claro ejemplo de matar moscas a cañonazos para evitar ciertos comportamientos ciertamente criticables. ¿Y si voy a cenar a casa de un amigo y quiero llevar una botella de vino? Tengo que cometer un delito para ello. Y no pasa nada. Terrible.

Por supuesto también creo que falta a veces algo de sentido común por parte de los fumadores, no puede haber un manto de colillas en la puerta de urgencias de un Hospital, muchas de ellas tiradas y pisadas en el suelo por los propios trabajadores, con sus batas blancas. La imagen que dan es justo la contraria por la que deberían luchar, su libertad. Flaco favor a sí mismos verles chupando los cigarrillos como locos todos juntos y separados del resto.

Para hacer cualquier cosa parece necesario tener que conocer unas instrucciones, todas nuestras acciones está milimetradas, nos van prohibiendo y recortando: hacer derporte en ciertos lugares públicos, bañarte en el mar con banderas de colores, rebuscar en la basura, dormir en la calle aunque no tengas casa, ir en bicicleta libremente, circular en moto sin casco, todo tipo de restricciones a la hora de ir en coche, manifestarte en la calle… y mientras tanto, nos perdemos en disquisiciones estúpidas como el sexo de los ángeles y los trajes de los Reyes Magos, pero el tabaco sigue siendo legal en lugar de prohibirlo.

A veces creo que lo disfrazan de “vuestra propia seguridad” pero concretamente se refieren a “nuestro propio bolsillo”.

 

Foto: Ryan Goldman

 

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Más pensar y menos ladrar.

Mezcla de compasión y cabreo. Así me siento cuando recibo ciertas críticas a los habituales comentarios políticos que realizo en redes sociales. Y mira que me muerdo la lengua, la educación está por encima de las creencias, o al menos así lo pienso.

Compasión por esos que sólo conocen una parte del todo, que no se plantean tener amigos que no sean de su cuerda, que siguen anclados en la conspiración, en la batalla.

Cabreo por esos que no entienden que no existe un partido con el que se pueda estar de acuerdo en su totalidad. Ya lo decía alguien en Twitter, muchos buscan sectas, en lugar de siglas políticas.

Nacho Tomás - Más pensar y menos ladrar.

Ciertas personas se cortocircuitan si alguien tiene criterio propio, si alguien piensa que una buena idea es buena venga de quien venga. Animales, no se me ocurre otra definición más acorde. Ladran, luego evolucionamos.

No doy cheques en blanco a nadie, comparto visiones de casi todos y del mismo modo suelo criticar lo que me parece mal. Voté por primera vez el 28 de mayo de 1995, en las Elecciones Autonómicas, recién cumplidos los 18 años. Desde aquel día hasta hoy mi voto ha variado mucho, he metido en el sobre papeletas de todos los colores, pensando con mucha tranquilidad lo que me convenía en cada momento. A veces he antepuesto mi situación personal a la social, otras la familiar a la empresarial. Os recomiendo hacer este ejercicio de sanidad mental y democrática la próxima vez que tengáis delante una urna electoral.

Más pensar y menos ladrar.

 

 

 

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Sociedad: personas, políticos y partidos.

Imagino que la edad tiene la culpa. Pasan los años, conoces cada vez más gente, te relacionas amistosa o profesionalmente con multitud de personas, algunas de ellas con cargo público, cada una de su padre y de su madre. Dicen que sabe más el diablo por viejo que por diablo, te contagia ese sexto sentido y hueles a distancia a los problemáticos, trepas, falsos… No importa el color político, nada escapa a una mala cabeza, ni la educación más exquisita. No hay obstáculos, no hay problemas, la complacencia de los acomodados. Irresponsables, incompetentes, ceporros, aprovechados, mentirosos… Está cantado. La burocracia es la adicción de los torpes.

Sociedad, ciudadanos, etica, politica, partidos politicosY luego están los otros, los que no hacen ruido ni salen en portadas. Y si lo hacen no es por amarillismo. ¿Qué hay de malo en ser ambicioso cuando eres ético, responsable, profesional y tratas a todos con respeto? Creen en lo que hacen, abogan por mejorar lo que les rodea, por mejorarse a sí mismos a diario.

Tengo la suerte de conocer gente en todos los partidos políticos, comenzando obviamente en mi ciudad, Murcia. Pero poco a poco la lista se amplía a España entera. Me he topado con ejemplos (para mí algunos son incluso verdaderos espejos en que mirarse), que defienden o simpatizan con las siglas del PP, PSOE, UPyD, Izquierda Unida, Podemos, Ciudadanos, UPN, CiU, PNV, Bildu o partidos minoritarios de pequeños pueblos. A todos les une una característica, son buenas personas y nos irá mejor cuando se entienda que son lo importante, no sus partidos.

Y yo quiero seguir trabajando con ellos. O tomarme unas cervezas.

 

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La SGAE, el canon digital, el peaje eléctrico y la tasa Google.

Durante mi etapa laboral en una productora de conciertos en Madrid pude conocer de primera mano muchos personajes del submundo artístico: cantantes, mánagers, fans enloquecidos, concejales de festejos, empresarios locales… Y agentes de la SGAE.

Era una época en la que todo valía, había dinero a espuertas y la mafia campaba a sus anchas provocando miedo sistemáticamente a todo aquel que osara realizar un evento. En nuestro caso cumplíamos religiosamente con la ley existente, pagando a este organismo el porcentaje estipulado de la venta de entradas. Un sistema que siempre me pareció como poco alegal, sobre todo analizando el destino final de esa recaudación.

A día de hoy no sé cómo funcionará, pero hace 12 años había una legión de personajes que pululaban por España buscando conciertos a los que meterles mano. Un robo en toda regla, pues muchos grupos independientes tocaban únicamente sus canciones, no versiones de los famosos de turno, por lo que, en estricta legalidad, no deberían pagar nada de su, más que complicada, venta de entradas. Ya estaban obligados a los permisos, impuestos vigentes y demás gastos relacionados con la celebración de dichos actos. ¿Por qué pagar un parte de sus ingresos a una organización que se supone vela por los derechos de otros artistas?

Con el tiempo se destapó una trama que afectó a la SGAE y que podría, o no, derivarse de su situación de privilegio y casi monopolio del sector.

Ladrones

Más adelante apareció el canon digital, con el objetivo principal de frenar la piratería, la lúcida idea de gravar la compra de cualquier instrumento electrónico susceptible de poder generar algo ilegal (impresoras, cd’s, ordenadores, conexiones a internet…) con una tasa por si acaso delinquíamos. Como si a la venta de cuchillos y tijeras le pusieran un plus de peligrosidad por si matas al vecino. De locos.

El peaje al autoconsumo eléctrico, promovido por empresas como Endesa, Iberdrola, Gas Natural Fenosa y E.ON, surgió para paliar las posibles pérdidas de las hidroeléctricas dado el auge de la energía solar. En uno de los países con más horas de sol del mundo es un camino a explotar, lógicamente. Pues venga, que los contribuyentes paguemos otro “porsiaca”.

En Enero entra en vigor, si nadie lo impide antes en este país más de pandereta que nunca, la tasa Google. El enésimo intento por parte de los Gobiernos de este país de proteger a cualquier precio los intereses de los grupos de presión.

Otro triste ejemplo más de que, a veces, en España vamos completamente al revés.

 

 

Foto de Pixabay

 

 

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Queridos ministros y exministros:

Queridos ministros y exministros:

Cuesta mantener el tipo cuando os escuchamos diciendo a diestro y siniestro que una de las mejores salidas a la crisis es el autoempleo. Desde el poder y la oposición.

Con 5 millones de parados necesitaríamos 5 millones de autónomos. Facilísimo vamos. Una salida, por cierto, propuesta por personas que disfrutan de sueldos vitalicios, entre otras tantas prerrogativas. Personas de todos los colores, cobrando en sus partidos y luego colocados en empresas privadas. Ministros y exministros de todas las legislaturas y de todos los partidos.

Los autónomos son esa rara especie que está deseando recibir llamadas de teléfono de números que no conoce, porque siempre puede tratarse de una oportunidad. Los autónomos lo pasamos tan bien o tan mal como el resto de mortales ya sea en época de bonanza o de vacas flacas, aunque en muchos casos disfrutemos de un tiempo libre que no tiene precio. O sí, la nómina a fin de mes de la que hemos oído hablar pero nunca hemos visto.

Autonomos

Los autónomos tenemos que ponerle buena cara a ese cliente que lleva tres meses sin pagarnos porque, en nuestra indefensión, si se enfada y es un pirata, como no es raro encontrar, puede que nos quedemos con tres palmos de narices. Y si tienes como clientes a instituciones públicas, sabes que pagan bien, pero pagan tarde. Muy tarde. Mucho más de lo que te imaginas. Pero tú ya has pagado el IVA de esas facturas que has emitido y Dios sabe cuándo cobrarás.

Los autónomos tenemos que lidiar a diario con problemas empresariales, captación de clientes, peleas con los bancos, lucha de tiempos con los proveedores o asuntos personales de tus empleados. Y siempre con una buena cara, porque si un cliente ha decidido dejarte tienes que lanzarte a la calle a reponerlo. No hay tiempo para el desánimo.

No todo el mundo sirve para ser autónomo, del mismo modo que no todo el mundo sirve para ser notario o registrador. O para ser barrendero. Cada uno tiene su mérito, inmenso mérito. Por favor, queridos ministros y exministros, cuiden sus palabras.

Cuento esto porque me han retenido la devolución de la Renta del 2013 debido a que uno de mis clientes no ha presentado las facturas mensuales de los trabajos que desde N7 hemos realizado para su empresa. Dichas facturas están todas emitidas con la retención que me obliga a realizar Hacienda. Pago religiosamente el IVA de cada trimestre, pago mi cuota de autónomos de cerca de 300€ mensuales, reduzco un 21% de IRPF en cada factura para financiar al estado y luego, cuando debe devolvérmelo, el erario público me sale con éstas. Claro, que si hago las facturas sin IRPF para cubrirme las espaldas estoy cometiendo un delito fiscal. De locos.

Si el error ha sido de un cliente mío, ¿por qué me fastidian a mí? Me dice el asesor que es posible que tengamos que ir a juicio para solucionarlo. Que está ganado, que no hay problema, me dice. Pero el problema es que llevo un descalabro de más de 6 meses sin que devuelvan esos casi 5.000€ que son míos. Esa es otra, los asesores. He conocido muchos y pocos son más que presenta papeles. Asesorar, asesoran lo justo. De empatía van limitados. Euros que son míos y de mi mujer, que para colmo también es autónoma y hacemos la declaración conjunta.

Además, si has sido valiente, no te olvides de los hijos, en nuestro caso dos. Acaba el cole en Junio y toca pagar guardería para poder seguir trabajando, y eso que este año nos hemos vuelto locos y hemos estado un mes y medio fuera de casa, yendo con ellos a todas partes, ahorrando así 15 días de canguro. Volvemos al trabajo a finales de Agosto y de nuevo a pagar guardería pues el cole no empieza hasta el dia 8 de Septiembre, y con media jornada, claro, no vayan a desaptarse los niños o los maestros. Aquí ya no es asunto de autónomos, ¿existe algún trabajo por cuenta ajena en el que se pueda gestionar mínimamente la vida laboral y familiar? Ya respondo yo: No, no existe. Pagar para poder trabajar, esto era la evolución y el bienestar social. Y se os sigue llenando la boca de “conciliación” en vuestros mitines.

La guinda, los libros del cole, la friolera de 450€ en total por una niña en 1º de Primaria y un niño en 3º de Infantil.

Señores gobernantes, los autónomos no pedimos ayuda, sólo pedimos que no nos pongan más zancadillas. Que por favor, no suene esto a sollozo. Estoy encantado de ser microempresario. Volvería a serlo 100 veces en otras 100 vidas.

Otro tema que trae de cráneo a las cabezas pensantes del país es el dinero negro. Hay que acabar con él, hay que pedir factura al fontanero, al albañil, al electricista, al pintor, a la cafetería donde vas cada día a tomar café con los clientes. Hay que acusarles si no las hacen. Todos somos Hacienda. Y la Gestapo.

Puedes acogerte a una amnistía fiscal y limpiar todos los millones que nos has robado, puedes meter mano a la caja que debería pagar las jubilaciones de nuestros abuelos o puedes abdicar y de carambola lavarte las manos con tu hija presunta delincuente. Todo muy legal, y si no lo es, puedes ir de tribunal en tribunal recurriendo tus sentencias hasta que encuentres al juez de tu cuerda. Desde el poder o la oposición.

En cambio no puedes poner placas solares en el techo de tu casa, aunque España tenga más horas de Sol que cualquier país desarrollado. No puedes usar un coche compartido para ir de fin de semana a Madrid, ¡con lo barato que está Renfe! No puedes financiar con crowdfunding tu proyecto, todos sabemos que el crédito está fluyendo. Y si en un acto de enajenación mental transitoria se te pasa por la cabeza acudir a los tribunales, prepara la tarjeta de crédito para pagar tasas.

¿Cómo queréis, queridos ministros y exministros, acabar con la economía sumergida si los que nos estáis sumergiendo sois vosotros?

Foto de Kozumel

 

 

 

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Propaganda electoral.

Así se las gastan en mi barrio.

Elecciones Europeas 2014

Oigo decir muchas cosas sobre estas pintadas en los carteles electorales, que pueden ser resumidas en dos grandes corrientes: los que lo defienden y los que lo critican.

Y tú, ¿qué opinas al respecto?

 

 

 

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