Cuidado: materia frágil.

Decía San Agustín que si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé. Una aparentemente sencilla frase aplicable a muchos sentimientos que nos suceden y que nos cuesta verbalizar tras darles, de peor o mejor manera, forma coherente en nuestro seso.

No hay día que me ponga a escribir esta columna y no suceda algo parecido: las ideas se hilvanan rápida y análogamente en mi cabeza pero luego las paso canutas para ir dándole a la tecla. Porque si cuesta decirlo, volcarlo a un papel es triple mortal con tirabuzón. Esta impotencia se agranda cuando eres consciente de que tu mente va a un ritmo diferente al de tus labios, al de tus dedos, al de tus actos. Escribir lo tomo como terapia semanal.

El rapero Kase.O pedía visualizar como sanos, felices y consiguiendo sus objetivos a los que no podían disfrutar, en una plaza abarrotada, por encontrarse enfermos o deprimidos. Fue en el pregón de las Fiestas del Pilar de Zaragoza de hace unos días. Una mezcla de alusiones a la convivencia, la empatía y por qué no, a San Agustín, generando con su discurso diferentes reacciones en los oyentes en función de cómo marchen sus conexiones neuronales. La mía, si os interesa, fue de sensibilidad extrema. Como tantos otros raperos españoles.

En la película «La llegada» los todopoderosos norteamericanos contratan a la mejor traductora e intérprete del planeta para intentar entender el mensaje que quieren hacernos llegar unos extraterrestres. Lo consigue gracias a que (según la hipótesis Sapir-Whorf) existe una relación entre los lenguajes o idiomas que una persona puede hablar y la forma en la que entiende el mundo que le rodea.

Resumiéndolo mucho: la forma en que has aprendido a comunicarte con tus semejantes y a expresarte en tu lenguaje construirá en el futuro unas estructuras mentales más o menos profundas e incluso diferentes dependiendo de los hablantes de diversos idiomas. O abreviándolo aún más: cuántos más idiomas seas capaz de hablar, más ampliamente conceptualizarás el mundo. O eso creo.

Paradójicamente nuestro durísimo cráneo contrasta con la fragilidad de su interior, tanto a nivel físico como metafórico. Una llamada inesperada, una discusión a destiempo, un revés empresarial o una pequeña piedra en el camino desembocan, de repente, en una impresionante cuesta arriba. La mente, como el cuerpo, necesita un equilibrio.

Nuestra cabeza está hecha de materia frágil. Volátil a veces. Que en un parpadeo se parte, que en un soplo se va a otro lugar, que un instante te traiciona.

A veces se arregla, a veces vuelve, a veces hiere.

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 11 de Octubre de 2017