El libro murciano está de fiesta

Cualquier persona que viva en mi ciudad ha pasado alguna vez por el paseo Alfonso X durante la Feria del Libro, esa preciosa calle de Murcia, más aún tras las obras que la convirtieron en peatonal, y ha disfrutado de una caminata entre sus casetas, oliendo a páginas, ojeando u hojeando el amplísimo material que a la mano del visitante, lector o curioso, pone a disposición este maravilloso evento cultural y literario.

Creo que no he fallado ningún año desde que tengo memoria y siempre volvía a casa de este tranquilo recorrido bajo los árboles con alguna compra. Recuerdo una vez que incluso, por total casualidad (o no, quién sabe) encontré el anacrónico cartel sobre urbanidad que leía esas mañanas del siglo pasado, recién despertado en casa de mis abuelos, con consejos sobre vestimenta, modales y educación. Otra vez compré todos los libros de Harry Potter de una tacada para mis hijos, una Historia Interminable manoseada que había perdido años atrás, o enciclopedias y atlas político-geográficos tan desfasados ya como tan interesantes.

Pero nunca había vivido la Feria del Libro desde dentro, y menos aún me había planteado la cantidad de duro trabajo en la sombra que realizan sus organizadores, con Jesús a la cabeza (y todo el resto del equipo), echando horas y más horas de esfuerzo, carreras y sudores… tratando con cientos de autores y actividades, pero siempre con esa sonrisa que solo aparece en la cara de alguien que disfruta con lo que hace, aunque la procesión vaya por dentro, o por fuera con muletas.

Como novato, ha sido una experiencia muy enriquecedora para mí, tanto en los actos en los que he tenido la suerte de presentar mi primer libro (Impulsa tu Marca, Universo de Letras – Planeta 2023), como especialmente en los momentos compartidos con autores murcianos a los que admiro y este mundo ha tenido a bien juntarme con ellos.

¡Qué suerte la mía por conocerles y poder leerles! ¡Y la de esta ciudad por haberles visto nacer!

Me llevo a casa su aprendizaje y también sus obras: José Daniel Espejo (Perro Fantasma), Pepe Pérez-Muelas (Homo Viator), Puebla (La Ventana Indiscreta), Dani Torregrosa (Química Asombrosa), José Manuel López Nicolás (Vamos a comprar mentiras) o Miguel Ángel Hernández (Anoxia), con los que también comparto páginas en La Verdad, curiosamente.

Escribir un libro es un trabajo muy duro, aunque por actos y personas como estas en el camino, ya ha merecido la pena.

La ley de acción del yo

Mi vasto conocimiento del arte se resume fácilmente en una frase: me gusta lo que me hace sentir. Y esto me sirve para casi todo en la vida, no me hace falta ser experto ni pienso discutir sobre ello: si te da cosquilleos, por ahí vas bien.

Comento esto tras una preciosa tarde de charla con Juan José Ballester, perito criminalista y profesor de Univerisdad centrado, ahora que puede, en su gran pasión: la fotografía. La fotografía de retratos para ser más exactos.

Le conozco desde hace muchos años y me ha convocado en su casa a las siete de la tarde, familia presente, día caluroso, olor a monte cercano. Tengo algo más que curiosidad, siento que soy parte de una película, he visto tantos de sus trabajos que no me acabo de creer que hoy seré yo el inmortalizado. ¿Cómo será ese fondo tan raro que flota tras las imágenes? ¿Qué técnicas utiliza para conseguir sacar la verdadera esencia de tanta gente (alcaldes, concejales, consejeros, artistas y hasta un obispo) que pasa por aquí?

Las redes sociales han conseguido algo curioso con sus trabajos, todo el mundo quiere ser retratado por su cámara, por sus manos, por su estilo. Pero lo que no sabes, hasta que te sientas en su estudio, es que lo mejor no son las fotos, no son las poses, no es la cámara… Lo mejor es la charla con él, hablamos de cientos de temas, me pregunta mucho pero abro la boca poco (para mi propia sorpresa) pues le escucho embelesado mientras intento, con poco éxito, hacerle caso y no pensar en el objetivo, imaginarme (palabras textuales suyas) que estoy en el pasillo de mi casa. Pero lo tiene complicado y se da cuenta. No te abres, Nacho. Ya sé yo que no lo hago, Juan. No es intencionado, pero es así. Seguimos hablando y, casi al final, como buena muestra de la “Ley de la Acción del Yo” de Solange Pellat, consigue varias fotos magníficas, aun cuando el modelo ha aportado más bien poco.

Realmente lo que hace Juan son autorretratos, aunque él no salga, porque en sus fotos no salimos los personajes que él selecciona, sale lo que él proyecta en nosotros, sale nuestra conversación, su genio, su don, sale su arte, porque si esto no es arte con lo que nos hace sentir, qué otra cosa podría serlo.

Nacho Tomás
HISTORIAS DE UN PUBLICISTA
Twitter: @nachotomas
La Verdad de Murcia
Junio 2022

El rap español: unidad de medida social

Tenía catorce o quince años cuando escuché por primera vez una canción de rap en español. Campamento de verano, dos semanas incomunicados sin tele, sin padres y por supuesto sin móviles. Compartía con un buen amigo un radiocasete que funcionaba a pilas y nos llevábamos a dar vueltas por el monte, una cinta regrabada mil veces, una carátula con tachones y un grupo que no recuerdo, pero que inició en este que escribe un viaje alucinante que, veinte y pico años después, sigue dándome alegrías. Me dejó en shock allá y continúa rozando lo más profundo de mí como persona porque, como ya escribí aquí mismo, sólo los cirujanos y la música son capaces de mover nuestros órganos internos.

El rap es una forma de arte y de cultura, es una forma de comunicación y movilización, una maravillosa obra maestra que mezcla textos y sonidos para transmitir certeramente la problemática social que cualquier ciudadano sufre en su día a día. Una buena canción de rap español es capaz de sintetizar cualquier compleja situación a través de unas líneas, en muchas más líneas que cualquier otra composición musical, todo sea dicho. Las “letras” de otros estilos musicales están a años luz.

Temática social, relaciones personales, problemas sentimentales, entornos laborales o amistades, cualquiera de estos asuntos se convierte en oro a manos de Nach, Tote King, Rayden y Kase.O. Sólo una letra de estos cuatro tiene más chicha que toda la discografía existente de ese género innombrable. Sólo una canción de estos cuatro tiene tanta poesía como la generación del 27. Sólo unas notas de estos cuatro tienen tanta melodía como los grandes de la música clásica. Sólo un quejido de estos cuatro tiene tanta profundidad como los palos flamencos.

Estos cuatro son mis raperos de cabecera y son los que te propongo escuchar, con los oídos y la mente abierta, con las ganas de entender lo que pasa, lo que existe, lo que viven y la evolución que han sufrido ellos como artistas al igual que tú como oyente. La unidad de media social. Me encanta comparar la temática de estos cuatro raperos con el paso de los años, será porque somos contemporáneos (estoy justo en el medio del más mayor y el más joven) pero es que vamos tan de la mano que asusta.

Estos cuatro son mi póker musical y aunque no debería recomendar una canción de cada uno, me lanzo a hacerlo y me siento a imaginar tu cara de sorpresa: Urbanología (Nach), Bartleby & Co (Tote King), Gargantúa (Rayden) y Repartiendo arte (Kase.O)

Ojalá pudiera verte por un agujerito mientras, sin prejuicios, en solitario y a poder ser con cascos y a todo el volumen que puedas, degustas letra, ritmo y música de estas cuatro joyas. Sólo veinte minutos. Y luego me lo cuentas.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
30 de octubre de 2019