Y en estas me encuentro actualmente a la hora de escribir, con más horas pero menos ganas que nunca, así que lo dejo aquí por un tiempo y me centro en otros asuntos, que los departamentos de la mente siempre necesitan una nueva gestión.
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Veinticinco mil palabras.
Alguien a quien tengo en un pedestal por diversos motivos me dijo que escribir es un oficio que se decanta con el tiempo. Siendo sincero tengo ligeras dudas de que alguna vez se convierta esto tan difícil en mi oficio. Ligeras que se convierten en profundas viendo y leyendo con quién he compartido páginas en este periódico durante un año entero. Firmas de renombre mezcladas con un aprendiz del papel. Comparar mi pésimo nivel con el suyo se me hace incluso cruel echando la vista atrás. Qué diferente es publicar en Twitter ciento cuarenta caracteres que ordenar un enjambre mental de cuatrocientas setenta palabras que multiplicadas por cincuenta y dos…