A fuerza de la costumbre uno deja de sentirse especial cuando es invitado a eventos. No quiero sonar presuntuoso pero en la agenda de cualquier ciudad hay algo programado día sí y día también. Así que si tienes ganas siempre existe un sarao al que acudir y una vez allí, rodeado del gentío, valorar lo exclusivo o interesante del asunto, porque hay multitudinarios en los que sentirte único y que van de especiales en los que pasas desapercibido. Los hay que van de win-win y te cobran entrada como primer paso y declaración de intenciones y otros a los que pagarías lo que pidieran pero sorprendentemente son gratuitos. El caso…
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Veinticinco mil palabras.
Alguien a quien tengo en un pedestal por diversos motivos me dijo que escribir es un oficio que se decanta con el tiempo. Siendo sincero tengo ligeras dudas de que alguna vez se convierta esto tan difícil en mi oficio. Ligeras que se convierten en profundas viendo y leyendo con quién he compartido páginas en este periódico durante un año entero. Firmas de renombre mezcladas con un aprendiz del papel. Comparar mi pésimo nivel con el suyo se me hace incluso cruel echando la vista atrás. Qué diferente es publicar en Twitter ciento cuarenta caracteres que ordenar un enjambre mental de cuatrocientas setenta palabras que multiplicadas por cincuenta y dos…