Crucificando héroes

Hubo un tiempo en el que no todo estaba politizado. Hubo un tiempo en que los personajes históricos ejemplares pasaban con más o menos soltura el análisis a posteriori que con el transcurso de los años suele recrudecerse. Esa revisión de sus pretéritos actos pasados por el tamiz de la perspectiva de otros tiempos.

Salvando las distancias, casi todos compartimos héroes comunes, personas que hicieron algo realmente importante, a veces de manera involuntaria, por lo que son recordados eternamente. El catálogo es amplio: artistas, inventores, descubridores, científicos, luchadores por los derechos sociales, estadistas, empresarios e incluso deportistas. Y eso dejando fuera a los personajes de ficción que, por qué no, también modelan conciencias y forjan comportamientos.

Hubo un tiempo en que nadie se cuestionaba si tal persona cojeaba políticamente del pie que no te gusta, si era de izquierdas, de derechas o tenía intereses ocultos más allá del beneficio mayoritariamente social que generaba. Porque si alguien es un héroe, en mi opinión, es porque remueve las mentes haciéndote plantear las cosas de un modo diferente, dándote un tortazo y diciendo: «¡Despierta!». O quizá siempre ha habido los que a todo le quieren sacar punta, criticando cualquier novedad que les saque de su estado de comodidad y como éramos pequeños o eran otros tiempos no nos dábamos cuenta.

Es curioso hablar con los que te rodean viendo cómo cada uno tiene un concepto diferente tanto de lo que es un héroe como lo que este defiende, apareciendo por tanto visiones diferentes de los motivos que convierten a uno en tal cosa. Dependiendo de tus ideales, de tus convicciones o incluso de tu trabajo, familia o lugar de nacimiento, estos cambiarán. Pero hay algunos que deberían ser idolatrados por todos. Sí, algunos son ídolos más que héroes, o ambas cosas, que para el caso que nos ocupa la diferencia es estúpida. Iconos, mesías, me sirven todos.

Tachadnos de inocentes, tachadnos de lo que queráis, pero dejadnos tener nuestros héroes, dejadnos ilusionarnos con que un mundo puede ser mejor si alguien se atreve a dar los pasos que nosotros, desde el sofá, no vamos nunca a dar porque preferimos plácidamente soñar con que algún super invento tecnológico nos permita seguir haciendo aquello que sabemos que no está bien pero nos cuesta horrores cambiar.

Quiero seguir teniendo figuras que imitar, personajes a los que querer parecerme para así seguir creciendo, seguir aprendiendo y también, por qué no, seguir enseñando. Porque andamos muy faltos de héroes y para uno que aparece de tanto en tanto, somos muy de crucificarlo.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
11 de diciembre de 2019