La punta del máster

Menuda se ha montado. Con lo fácil que habría sido decir lo siento, me he equivocado, no volverá a ocurrir. Si lo dijo el Rey cualquiera puede hacerlo. Lo del máster de Cifuentes tiene tantas sombras y da tanta pereza comentarlo que en su lugar me ha dado por pensar en los motivos que llevan al personal a mentir en sus currículums.

La titulitis es la primera causa. Algunos creen que sin una carrera no eres nadie. Afirmación que teniendo un lado cierto esconde algunos peros. Conozco gente sin estudios superiores mejores profesionales en su sector que titulados universitarios. Yo mismo al terminar la licenciatura y saltar sin red al mundo laboral tuve que darme cientos de vergonzosos tortazos antes de entender algunas cosas que se explicaban cien veces mejor en las prácticas de un módulo de formación profesional. Titulitis o tarjetitis como máximo exponente del ridículo mundo actual de los CEO, CTO, CFO y demás que siempre me traslada a la mítica escena de American Psycho.

La tremenda crisis laboral que hemos sufrido en nuestro país es el segundo motivo. Esa promesa de obtener un puesto de trabajo si estás más formado que el candidato de al lado. Podría entender que alguien falsifique «piadosamente» su CV para obtener un primer puesto de trabajo pero qué sentido tiene hacerlo para una carrera política en la que a menudo lo único que se pide es pertenecer al partido desde joven. Curioso que para ser cajero de supermercado te exijan inglés pero no sea necesario para ejercer de ministro o presidente del gobierno. Y qué decir de la paradoja de la sobre-cualificación, esos que deben mentir en su CV pero al revés, restándose méritos, para poder acceder a un precario salario. Injusticia inmensa.

Tercera causa: el propio sistema formativo. La Universidad es una maravilla pero debe repensarse cada cierto tiempo, evolucionar. Muchos profesores son excelentes formadores teóricos, pero no han tenido un puesto de trabajo fuera de la docencia, en el «mundo real», y poca de la necesaria práctica podrán ofrecer a sus alumnos. Por este lado, cuando hablamos de burbujas nos viene a la cabeza la puntocom y la del ladrillo pero últimamente parece que hay más másters que alumnos. O más centros de formación que programas formativos. Mucho listillo sacando tajada de gente necesitada.

Quizá lo del máster de Cifuentes sirva para meter mano a algunos de estos lugares de estudio y sus ofertas formativas: evaluar lo necesario, lo accesorio y lo superfluo. Limpiar. Un asunto generado por cuatro estafadores que daña por igual al resto de miles de actores: alumnos, profesores y centros que actúan de buena fe y creen en una educación de calidad y con valores, de los que tan faltos estamos.

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 11 de Abril de 2018

 

 

7 consejos básicos para hablar en público.

Recuerdo perfectamente la primera vez que hablé en público. Primero de carrera, clase de Sociología, presentando un trabajo sobre cómo se manipulan los datos en los medios de comunicación. Me temblaron las piernas, tartamudeé, sudé a cántaros y el profesor me dijo de todo menos guapo. Y con razón.

Un día me comentaron: “Lo que eres habla tan a las claras que no se escucha lo que dices”  y lo que yo era en aquel momento impedía poder transmitir nada que no fueran nervios e inseguridad. La audiencia es como un perro, nota el miedo.

Nacho Tomás - Hablar en Público

Hoy, con un poco más de experiencia, utilizo algunos de estos consejos para mis presentaciones. Sigo aprendiendo cada día, tanto de los asistentes como de otros ponentes. Desde la mayor humildad, creo que esta lista podrá ayudarte a quitar el miedo escénico si eres novato, o a limar y mejorar las charlas si tienes más tablas. Tengo varias fechas ya cerradas en los próximos meses, por eso me he lanzado a recordar estos puntos.

¡Ahí van!

  • Saber de lo que hablas: Parece una obviedad, pero he estado en ponencias en las que sabía más del tema que el ponente. Eso no debe permitirse, así que si vas a hablar en público, hazlo sobre un tema en el que seas el mejor. Y si no existe ese tema tienes dos opciones, o te inventas un sub-tema, o mejor no hables. Estar seguro de ti mismo debería ser el primer y único consejo. Pero cuidado, estar seguro no significa saber de lo que hablas.
  • Preparar la presentación: Cada maestrillo tiene su librillo. He visto maravillosas ponencias sin ninguna diapositiva. Pero también lo contrario. No soy partidario de las generalizaciones. Ojo a las faltas de ortografía. Seré un tiquismiquis, pero cuando veo una paso automáticamente a «modo avión». Imagino que habrá gente como yo y cuido mucho este detalle.
  • Ser tú mismo: Intentar copiar al showman de turno no va a funcionar. Otra cosa es que «cojas prestado» algo, pero actúa como más cómodo te sientas y más cómodo hagas sentir al público. Habla al espejo. Grábate en audio o vídeo. Gesticula. Analízate. Ponte en su lugar. Mejora.
  • Mirar a los ojos de la gente: En todas las ponencias, sobre todo en las más numerosas, te encontrarás gente muy atenta y otra no tanto. Un buen y optimista truco es pensar que los motivados lo son por cómo lo haces, y los despistados porque no les interesa el tema. Mantén la mirada unos segundos con los primeros y olvídate de los últimos.
  • Cambiar el tono de voz: A veces incluso he gritado alguna palabra. Dar un palmada al tiempo que comentas la conclusión de una frase es éxito de atención. Huye de los sermones u homilías, pueden salir espantados.
  • Vigilar la comida de antes: Unas lentejas, alubias o gazpacho te pueden jugar una mala pasada. Ya no solo por las flatulencias que pueden generarte, sino por la acidez y pesadez de estómago que a veces provocan. Un buen café (y ducha) antes de empezar libera cuerpo y mente.
  • Escuchar a los asistentes: No me refiero sólo literalmente, sino a analizar sus caras y gestos que te guían, sin posibilidad de error, sobre lo interesante y lo superfluo. Toma buena nota para pasar de puntillas o centrarte en el tema en cuestión. Y aprende para la próxima vez.

Espero que puedas sacar partido a esta pequeña lista. Hay presentaciones que he realizado muchas veces, pero intento seguir mejorándolas cada día. He expuesto mis trucos, ahora me encantaría recibir los tuyos.

Soy todo oídos.

 

 

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Barcelona

Hay ciudades que no entran a la primera. Me sucedió, por ejemplo, con Londres y con Florencia. Con la capital inglesa tuve la suerte de quitarme la espinita y a la segunda oportunidad cambió, afortunadamente, mi concepto. A la urbe de los Uffizi todavía no he vuelto.

Barcelona - Nacho Tomás

La primera vez que estuve en Barcelona bajé del avión a las 9, cogí un taxi a las 10, me metí a una reunión a las 11, y a las 14 estaba de nuevo, aterrizando, en Barajas. Las siguientes tres o cuatro veces llegaba por la tarde, entraba a la sala de conciertos de turno y a la mañana siguiente ya desayunaba en Madrid. Quizá por eso cuando, por fin, fui de visita, entendí lo grandioso de esta ciudad. Es curioso que hubiera estado tantas veces y no conociera las Ramblas, la estatua de Colón o la Plaza Catalunya, por hablar de zonas turísticas y/o emblemáticas. Con los años he vuelto a menudo conociendo un poco más otras zonas como el Parque Güell, la Sagrada Familia, el barrio del Born, el Nou Camp (donde disfruté de un conciertazo de U2), la Plaza de España o el Mercat de Santa Caterina. En Barcelona he vivido anécdotas como ver dos conciertos seguidos de Dream Theater.

Últimamente he repetido muchas veces, mezcla de trabajo y de placer, conociendo nuevas zonas para mí como el Raval, Santa María del Mar e, incluso, el precioso estadio Cornellà – El Prat, donde tuve la suerte de presenciar en directo de un Espanyol – Valencia que será mucho tiempo recordado (4 goles en 12 minutos).

Tras todo esto puedo considerar que Barcelona ya es, sin ninguna duda, una de mis ciudades favoritas.

 

Actualización Marzo 2014: Recién llegado de la segunda edición del Diploma de Gestión Dental de la Universitat de Barcelona, donde tengo el orgullo y la responsabilidad de ser profesor de Marketing y Publicidad, sigo pensando lo mismo que hace un año. Barcelona es especial, y si la conoces con buena gente, más.

 

 

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La letra con pasión entra.

Desde siempre me ha parecido admirable la capacidad de enseñar de los maestros.

Recuerdo perfectamente a aquellos míticos profesores del colegio que consiguieron que aprendiera las bienaventuranzas, que entendiera cómo funciona el clima, cómo se hace una raíz cuadrada, cuáles son las capitales de todos los países de Europa o cómo diferenciar el reino, tipo, clase, orden, familia, género y especie de cualquier animal… Conceptos que, a día de hoy, se mantienen intactos en mi cabeza. O ese otro en la Universidad que, como por arte de magia, hizo posible que me cuadrara un balance, me convenció de la utilidad del álgebra lineal, hizo que fuera hasta divertido el Derecho Mercantil, logró que prestase atención a la Econometría o me abrió la mente con sencillas, pero magistrales, explicaciones sobre la Publicidad y el Marketing.

Pero también recuerdo perfectamente la otra cara de la moneda. Amargados integrales que, en lugar de oficio, hacían de su trabajo un tormento para sí mismos y un suplicio para los alumnos.

Por lo que a mí respecta, me considero un nefasto «enseñador». Llevo semanas intentando explicar a mi hijo la diferencia entre «ayer» y «mañana» y no hay manera, y soy de los que no tienen paciencia para explicar por teléfono a mi padre cómo solucionar un problema con su correo electrónico. Por ello tomé como un reto el hecho de dar clase en varios cursos en 2012 (me estrené el año pasado dando la clase de Oportunidades de Negocio en el MBA de la Universidad de Murcia), y comencé el 10 y 17 de Noviembre con Introducción al Marketing y Publicidad, una asignatura de compartida en el Master de Dirección Comercial y Marketing y el Master de Community Manager de AMYCA Centro de Negocios.

Poniendo toda la pasión que soy capaz (que no es poca) me lancé durante semanas a preparar las dos jornadas, de 4 horas cada una, con presentaciones repletas de ejemplos, conceptos, experiencias, vídeos, noticias, etc… En enero completaré el curso con el MBA de la Universidad de Cartagena. Creo sinceramente que el resultado ha sido estupendo.

Ahora me toca la parte más divertida: como parte del trabajo he tenido que poner un exámen-tarea a los alumnos, que estoy deseando recibir y corregir. Se trata de un caso práctico, en el que poniéndose en el papel del Responsable de Marketing o Director Comercial, según el caso, afronten situaciones reales y ofrezcan soluciones factibles y perfectamente argumentadas, usando para ello los conceptos explicados en las clases.

Seguiré informando..