Videojuegos y redes sociales.

Con las redes sociales me pasa, a veces, algo curioso. Os cuento.

Sigo a alguien interesante en Twitter, entro en su web (aparece en su bio), leo algunos de sus geniales posts. Voy a su Facebook (que está enlazado desde su blog), y tres cuartos de lo mismo, un tío empático, divertido, educado, que sabe de un montón de cosas y con un punto guasón.

Tengo la suerte de conocerlo en un evento, me acerco a saludarle y noto que pasa algo raro, mira al suelo, se hace el sueco, no habla con nadie y al final se va por donde ha venido.

ovejas
FOTO: Pixabay

Se me ha caído otro mito, pero lo mejor de todo es que luego leo en Twitter que ha sido un evento espectacular, que ha conocido a un montón de gente con los que «aprende y comparte» (repetido como un mantra) y está deseando repetir. ¿Repetir qué, alma de cántaro? ¿El ridículo más espantoso?

Creo que los futuros psicólogos tienen material de sobra para trabajos fin de carrera con ciertas actuaciones en redes sociales. Quizá volquemos en ellas las manías, prejuicios y complejos que tenemos (no me excluyo), cosa que no es de mayor importancia en los casos de lejanía e imposibilidad de contacto real (llevo chateando con gente de otros países desde hace 15 años gracias al IRC), pero que se convierten en graves problemas cuando nuestra actitud virtual se parece como un huevo a una castaña a la actitud real.

ISS PRO 98

Me recuerda a cuando jugaba a los videojuegos de fútbol hace muchos años, y llegaba a pensar que ciertos jugadores, a los que no había visto jugar en mi vida, eran buenos o buenísimos porque los programadores habían decidido ponerle un 88 sobre 100 en calidad.

En el fondo la culpa es mía por hacer suposiciones. Prometo tomar nota.

 

 

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