Los empresarios y la pandemia

La semana pasada escribía en esta misma sección la importancia de la empatía, de ponernos en la piel del otro antes de denigrar un comportamiento, de afear una conducta, de criticar un gesto. Lo intento hacer a menudo, aunque debo reconocer que no lo consigo tanto como me gustaría. Los empresarios lo estamos pasando mal en esta pandemia, como todo el mundo, no creo que a nadie se le escape, no somos ni mejores ni peores que los demás, igual de sufridores, igual de tocados, igual de jodidos porque estamos ahí, en las duras y en las maduras, generando trabajo, recibiendo palos. Ganamos dinero, sí, pero otras veces tiramos de ahorros personales para mantener la empresa en marcha.

En mi sector afortunadamente podemos llorar por un ojo, ya son muchos meses de teletrabajo al cien por cien (pues tenemos la suerte de poder permitírnoslo) pero en otros sectores el desastre ha sido extremo al pasar a cero de facturación de la noche a la mañana y sufrir daños colaterales para todos: principalmente empleados y proveedores, con permiso de los clientes. Algo que no aguanta ningún riñón. En la agencia íbamos a comenzar de nuevo las reuniones presenciales este año, pero hemos decidido aplazarlo una vez más, con los problemas que ello supone a nivel equipo, comunicación interna y productividad, asimilando nuevos procesos y cambios continuos que consumen muchas horas de trabajo, sueño y cansancio. Porque (aunque nosotros hemos aumentado la facturación y las nóminas) lo que ha pasado es tan loco, tan montaña rusa, que ni en el mejor MBA del mundo nos podrían haber formado para este desquiciante día a día: en un trimestre cae la facturación un 20%, en el siguiente aumenta un 30%, unos recortan la publicidad, otros la incrementan, baja la rentabilidad, hay nervios en todo momento, aumentos o ajustes a la baja de plantillas que no siempre son acertados y, en resumen, un sinfín de decisiones en estos momentos de incertidumbre total y de nunca saber si están mal o bien tomadas, preocupado continuamente por la salud empresarial de tus clientes, que en el fondo es la salud de tu propia empresa y de todas las personas y familias que esto implica.

Y todo ello incluido en el sueldo, no vayan a pensar que esto es una queja, cuando nos va bien soy el primero que presume, ahora solo pido eso, un poco de empatía para los pequeños empresarios, que están haciendo malabarismos como nunca antes se había visto para mantener a flote sus negocios, sus empleados y, por qué no reconocerlo, sus merecidos sueños.

Nacho Tomás
HISTORIAS DE UN PUBLICISTA
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia

Enero 2021

Twitter: renacer en plena pandemia

Debo confesar que yo he sido el primer sorprendido con los cambios de hábitos y comportamientos online durante este confinamiento. Y no me refiero únicamente al aumento del uso generalizado de internet derivado del aislamiento que ha provocado un considerable aumento de casi todo lo tocante a este asunto virtual: compras, visitas a las web o tasas de aperturas de correo electrónico. Las redes sociales, en concreto, están viviendo un renacimiento digno de analizar, con unos contenidos mejorados y unas conductas acordes a la situación. Posiblemente una parte de la culpa de esta mejora esté en el lado propio, en la capacidad de selección original que tiene cada usuario, pudiendo liberarse de esa marabunta provocadora y mamporrera que nunca aporta y siempre mete mierda. Hace tiempo que la estabilización del social media, dedicando sólo unos minutos diarios a cribar, ha revalorizado lo que nos ofrece a cambio de lo que le damos, lo cual en estos momentos cobra un protagonismo especial.

Twitter vuelve a estar en auge, viviendo una especie de renacimiento que a mí personalmente, y como tuitero hace casi una década, me reconcilia con esta plataforma de microblogging que tantas alegrías me ha dado a nivel personal y sobre todo profesional. Percibo una mayor calidad del contenido que recibimos (lo dicho anteriormente de unfollow/bloquear/silenciar ayuda bastante, por supuesto) donde parece que por fin se ha entendido que la forma de estar en la red del pajarito azul es diferente a las demás: no hace falta tuitear mucho sino hacerlo con calidad, escuchando a los usuarios e interactuando. No hay más secreto. Bueno sí, pasar por caja de vez en cuando, como en todas las redes sociales.

Este apogeo, espero que no transitorio sino permanente siguiendo una estela segura, tiene muchos ejemplos cercanos que me gustaría considerar, aunque la limitación de espacio de esta columna me lleve por ahora, a meramente listar: hilos de altísima calidad, formaciones punteras, curiosos conciertos en directo, acciones de apoyo social a gente que lo está pasando mal, concursos de bandas de música y bares modo encuesta que nos han alegrado la cuarentena, entrevistas originales, torneos virtuales, charlas agradables, contenidos más personales que nunca e incluso la ampliación de capital de un equipo de fútbol que nunca habría soñado conseguir si no fuera por redes como de la que hablamos. Grande Twitter.

Empresarialmente parece que los datos económicos también demuestran un repunte en los ingresos publicitarios y número de usuarios, lo cual ha desembocado en una revalorización continua de las acciones de la compañía en la Bolsa de Nueva York desde el inicio de la pandemia. Quizá sea un buen momento para invertir.

Ay, si tuviéramos unos millones, ¿eh?

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
13 de mayo de 2020