Un amigo de mi club de triatlón acaba de terminar la carrera de administración y dirección de empresas sacándose el último curso en México. El otro día colgó una foto de una cristalera de su universidad en la que se podían leer varias palabras serigrafiadas a modo de valores para los alumnos. A modo de enseñanza y ejemplo, digo yo, puesto que según reza la Wikipedia es la universidad más grande de América Latina, así como una de las 30 más conocidas del planeta. Dediqué un buen rato a transcribirlas: fortaleza, educación, libertad, compromiso, disciplina, excelencia, honradez, firmeza, liderazgo, confianza, comunidad, aprendizaje, razón, crecimiento, honor, lógica, aptitud, convicción, conciencia, ética, responsabilidad, tolerancia, congruencia, determinación, tolerancia, verdad, motivación, dignidad, pasión, respeto, orgullo, honestidad, equidad y justicia.
Ni rastro de humildad. ¿Afortunadamente? Sí, creo que es un concepto totalmente manido y sobrevalorado. Casi nadie puede atribuirse ese adjetivo, tan denostado y mal usado. Humilde de verdad ha sido poquísima gente en el la Historia de la humanidad. La inmensa mayoría de personas que se autodefinen como humildes no son más que alguien del montón que disfraza de humildad su falsa modestia. En España estamos rodeados de mediocres amargados que intentan tirar por tierra el esfuerzo de los demás criticando aquello que quizá no entienden.
No quiero políticos humildes, quiero que sean excelentes gestores y que presuman de ello. No quiero deportistas humildes, quiero que se dejen la piel en los entrenamientos, que destrocen a sus rivales en las competiciones y que, respetando las reglas del juego, estén orgullosos de batir continuos récords. Pero sin engaños, por favor. Harto de esos que dicen que no han entrenado, que les duele esto, que ayer sus hijos no durmieron, que no están en forma, que a ver si acaban… Y luego te pasan por encima. Señores, seamos serios.
En el mundillo del triatlón, como en los demás supongo, tenemos este tipo de gente que lo critica todo. Si tienes un patrocinador, malo. Si no lo tienes, peor. Si te emocionas por un puesto quince eres un flipado, si quedas por debajo del treinta eres un paquete y si ganas es porque no había rivales de entidad. Dejadnos en paz, flipándonos con nuestras marcas, nuestras mejoras, nuestros piques, nuestras equipaciones, nuestro postureo. Son nuestras vidas, dejadnos vivirlas.
Me encanta ver «flipados» en las carreras, triatletas que no andan ni para atrás pero llevan el último modelo de pulsómetro, la mejor bicicleta de carretera y se embuten en el neopreno más rápido del mercado. Suben cada entrenamiento con cientos de fotos a las redes sociales y se pican con sus compañeros de equipo apostándose el desayuno. Si te molestan, deja de seguirles. Gracias a este grueso de deportistas la industria se mueve. Los clubes existen. Los patrocinadores obtienen retorno a sus inversiones. Es sencillo. Otro amigo les llama paquetes full-equip. Y muy contentos deben estar, siempre serán mejores que aquellos que se quedan en el sofá o el Facebook criticándolos.
UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 8 de Junio de 2016
Fecha original de publicación:8 junio, 2016 @ 16:23