Triatlon de Santa Pola 2013

El Triatlón de Santa Pola supone un doble reto para mí: segundo triatlon completo (ya he hecho dos duatlones) y segunda vez que vuelvo a la localidad alicantina después de la lesión en la Media Maratón del pasado mes de Enero. Afronto ambos con tranquilidad, la (poca) experiencia que ya voy teniendo en competición se nota. Qué lejos quedan aquellas 150 pulsaciones en la línea de salida de mi primera carrera, allá por Marzo de 2011.

Triatlon Santa Pola 2013

Esta vez, además, me acompañan mis tres mejores fans: mi mujer y mis dos hijos, en la mañana del domingo 9 de Junio. Ver la playa a rebosar, con casi 1.300 triatletas en la orilla esperando su turno no se me va a olvidar fácilmente. Por delante 1.000 metros a nado, 18,8 km en bici de montaña y 4,8 km de carrera a pie.

Triatlon Santa Pola 2013

Carente de una excelente forma física y consciente de que nunca quedaré entre los primeros en una carrera, me dicen (y sé) que tengo buena cabeza para el deporte. A pasión, fortaleza mental, fijación por los objetivos fijados, compromiso y fuerza de voluntad, no me gana casi nadie. Tanto en la vida profesional como en el deporte. Y para muestra este relato.

La salida del primer sector, natación, se realiza por grupos, y se produce puntualmente a las 10:00, con los federados (300 inscritos), sólo 3 minutos más tarde, salen las chicas, y 9 minutos después les toca a los de los gorros verdes, entre los que me incluyo. No sé por qué, pero me pongo en primera línea, arrastrado por la masa de gente. Una decisión que posiblemente haya sido clave. Suena el silbato y nos tiramos como locos al agua, viendo en el horizonte la mancha de nadadores casi cruzando el primer espigón.

Triatlon Santa Pola 2013

Comienzo bien, intentando controlar la respiración, el agua está tranquila y, pese a la cantidad de gente, no hay demasiados golpes. De vez en cuando levanto la vista para no perderme las boyas (no me pase como en Agramón donde realicé una trazada digna de un borracho) y veo que voy estupendamente, no tengo a casi nadie delante de mi grupo y me flanquean dos o tres nadadores por cada lado, incluso hemos llegado a la altura de algunas chicas. Pinta muy bien este sector.

Triatlon Santa Pola 2013

He programado el pulsómetro para que vibre a los 500m y así poder tener una referencia, levanto de nuevo la vista y veo que, aparentemente, sigo bien situado cuando de repente noto como alguien me pone el brazo en la parte trasera del hombro derecho. Sin tiempo a reaccionar, otro brazo se coloca sobre mi hombro izquierdo y entre los dos me hunden. Siento como una bestia parda pasa por encima de mí y sigue su camino. Menos mal que no he tragado agua ni me he llevado una patada. Miro hacia atrás, veo que somos ciento y la madre y algunos de los que han salido 3 minutos después de mi grupo, que son los más jóvenes, nos han dado caza. Me siento como un pez de acuario en medio del Pacífico, comenzar el primer tramo con una humillación así podría hundir a cualquiera, pero saco mi lado optimista (no tengo otro) y me convenzo de que debe ser uno de los que hará podio, por lo menos.

Triatlon Santa Pola 2013

Giro el segundo espigón y enfilo el arco de llegada en la arena con sosiego y seguridad al no ver ningún gorro verde por delante. Cuando toco fondo con los pies comienzo a correr y, voilá, miro que llevo 16 minutos largos, lo que significa que mis intuiciones eran ciertas y voy como un tiro, como demuestra la sonrisa que lanzo a mi familia, que está en la orilla gritándome de todo mientras me hacen fotos. El tiempo oficial de este tramo es de 18m27s, ¡haciendo el puesto 246!

Triatlon Santa Pola 2013

Paso bajo los arcos de agua para quitar un poco de sal y, sin dejar de correr ni un momento, me dirijo a los boxes. Hay muchas bicis, buena señal. Llego a la mía, bebo agua. Me pongo la gafas y el casco, el dorsal, los calcetines y las botas, y salgo como alma que lleva el diablo, arrastrando la bici con una mano. Por un momento me siento Javier Gómez Noya. Todo el mundo sabe que si no te flipas un poco y disfrutas de las transiciones, ni eres un triatleta ni eres nada.

Comienzo el segundo sector confiado. Si sigo así, acabaré muy bien. Pero dura poco mi alegría. La carretera se pone patas arriba enseguida y comienza mi sufrimiento. Rampas de vértigo saliendo del pueblo en dirección a la Torre del Moro donde me adelantan muchas unidades. Está claro que mi talón de aquiles es la bici, se nota que es lo que menos entreno y estoy pagando las consecuencias. Aún así, sonrío cuando miro a cámara y voy dando ánimos a los que me adelantan como balas.

Triatlon Santa Pola 2013 Triatlon Santa Pola 2013

A mitad de recorrido comienza una falsa bajada, con un terreno pedregoso que provoca algún pinchazo, y más o menos, continúa así hasta que volvemos al pueblo. Viendo luego el perfil, no es especialmente duro, pero se me atragantó muchísimo. Al final consigo, más o menos, seguir la rueda de un grupo. Lo malo de la salida escalonada, es que no sabes realmente dónde estás en carrera, puede que adelantes a alguien que saliera antes que tú, o viceversa. Es mejor no pensar mucho en eso. Aún así, me siguen adelantando sin parar, excepto en la zona final, de bajada más pronunciada, donde saco mi lado positivo (soy buen bajador), y consigo recuperar algunos puestos.

Triatlon Santa Pola 2013

Tiempo de este sector: 46m23s, quedando en el puesto 442. Al final me han adelantado unos 200 ciclistas, que se dice pronto, y he tirado por tierra todo lo conseguido en el primer sector. De nuevo, podría haberme hundido en la más absoluta miseria, pero no, saco fuerzas de niyosedónde, dejo la bici en la percha, cambio de zapatillas, me quito el casco, giro el dorsal y me lanzo a correr, convencido de que es mi mejor sector hasta la fecha y tengo que alcanzar todo lo perdido en las dos ruedas.

Triatlon Santa Pola 2013 Triatlon Santa Pola 2013

Encaro el tercer sector concentrado en estos pensamientos, y deseando llegar a meta con buena cara al ver a mi familia, pongo la directa desde el primer metro, haciendo unos muy buenos parciales y adelantando mucha gente. Tiro de cabeza para pensar que, como mucho, quedan 20 minutos y poco, así que pienso exprimirme. Sigo pasando gente, recuperando parte del terreno perdido en la bici. Algunas caras me suenan y me reconforta pensar que puedo volver al puesto en que salí del agua… Se hace dura la parte final, sobre todo al girar y dar la vuelta por el paseo marítimo, junto a la orilla del mar, pero aprieto un poco más y… ¡consigo un parcial de 4:24 min/km y el puesto 252!

Triatlon Santa Pola 2013

Cruzo la meta con una sonrisa de oreja a oreja. Satisfecho de este tercer sector y de la carrera en general, en la que acabo en el puesto 323 de la general (de casi 1.300 participantes) con un tiempo total de 1h31m55s. Puedo estar más que contento. Aprovecho para dar un Sobresaliente a la organización, se nota que saben lo que hacen, y al público, que no dejó de animar en todo el recorrido. Acabo este relato volviendo al inicio, convencido que una gran parte del éxito en cualquier cosa que te propongas está en la mente. No hay dudas de que entrenar ayuda, está claro, pero la fuerza de la cabeza es el plus que hace superarte día a día. Al menos a mí me funciona.

NOTA: Fotos propias y de la web Triatlon Santa Pola 2013.

Juegos para(másque)olímpicos.

Pertenezco a la última generación española que tuvo que cumplir el servicio militar obligatorio. La famosa MILI planeaba sobre nuestras cabezas desde que cumplías los 18 años, pululando alrededor de la facultad y, prorrogándose año tras año. Por aquel entonces era bastante “reaccionario” (no tanto como para ser insumiso) y me declaré Objetor de Conciencia. También influyó el hecho de querer quitarme de encima cuanto antes ese muerto, para terminar la carrera “limpio”. A algunos les parecerá prehistoria, pero en los currículums de la época, junto al carné de conducir que cada cual poseía, aparecía el archifamoso: “Servicio Militar Cumplido”

Sin duda, aquella decisión fue uno de los mayores aciertos de mi vida. Me destinaron a ASPAPROS (Asociación de Padres, Protectores y Personas con Discapacidad Intelectual). Fueron 13 meses, a razón de 6 horas diarias, en las que entregué mi cuerpo al país. Paradójicamente al año siguiente fue abolido y, practicamente, ninguno de mis compañeros de clase y amigos tuvieron que pasar por el aro. Curiosamente, fue también uno de los mejores años de carrera a nivel académico, aprobé todo a lo que me presenté (creo recordar que liquidé 2º de ADE).

Recuerdo el día a día de aquella época como si fuera ayer, los primeros momentos fueron durísimos. Cuesta entender que haya gente con semejantes problemas mentales… Siempre pensaba en sus familiares, padres, hermanos… ¡Vaya papeleta! Poco a poco la cosa cambia y vas entendiendo que se trata de otra cosa, no hay que entenderlo o lamentarse, hay que vivirlo. En estos días se disputan los Juegos Paralímpicos de Londres 2012 y, aunque no se trate en la mayoría de los casos, ni mucho menos, de los mismos problemas (en las Olimpiadas casi todas las discapacidades son físicas) no puedo evitar recordarlo.

Matt Stutzman, arquero sin brazos.

Matt Stutzman, arquero sin brazos del equipo estadounidense. Récord del Mundo de tiro más lejano. Nacido sin manos, aprendió a realizar todo con los pies.

Natalia Partyka, tenis de mesa, polaca.

Natalia Partykamedalla de oro en Pekín y Atenas, no sólo es número 1 del ránking paralímpico, sino también número 50 del olímpico. Es la única mujer que participará en Londres en los Juegos Olímpicos y Paralímpicos. [Fuente: Reuters y Euronews]

Laroslav Semenenko, nadador ucraniano sin brazos.

Laroslav Semenenko, nadador ucraniano sin brazos. Ayudado por su entrenador a tomar la salida en los 100m espalda. Parece de chiste, pero tiene que parar chocando su cabeza contra la pared. Ganó su serie sacando dos segundos al siguiente.

Juan Jose Mendez, ciclismo.

Juan Jose Mendez, ciclista español. Amputados brazo y pierna izquierda tras un accidente de moto. Si has montado en bici puedes imaginar la dificultad que supone su situación.

Accidente Paralimpicos

Accidente en una prueba de atletismo. Sobran las palabras.

En este otro ENLACE hay muchas más imágenes sobre estos super-hombres.

Desde aquí un pequeño homenaje a mis “alumnos” de ASPAPROS y a todos los paralímpicos con este post y esta frase: Me alegráis la vida..

Mi primer Triatlon

Siempre he estado acostumbrado a trabajar por objetivos. Se ha convertido en una pequeña manía cada vez que debo afrontar nuevos retos. Mi primer triatlon no iba a ser diferente y desde hace meses me planteé los tres siguientes: Disfrutar, acabar y bajar de 2 horas. En ese orden. La distancia de un Triatlon Sprint es 750 metros a nado, 20 kilómetros en bici y 5 kilómetros corriendo. Más que suficiente para un novato como yo.

  • Disfrutar: aunque al final siempre termino sufriendo, considero necesarias ambas cosas: sufrir y divertirse.
  • Acabar: no ha habido, por ahora, prueba que no haya terminado.
  • Bajar de 2 horas: El tiempo lo basé en estos cálculos: 20 minutos nadando + 5 de transición + 1 hora en bici + 5 minutos de transición + 25 minutos corriendo. Eran los tiempos que, más o menos, había estado entrenando. Si a esto unimos que 2 horas era la marca de los últimos clasificados de los triatlones de los últimos años: objetivo fijado.

Un mes de preparación más o menos concienzuda, truncada en los últimos días por acontecimientos que no vienen al caso, es lo que me marqué como entrenamiento específico para la prueba. No había montado en bicicleta desde el instituto. Menos mal que Tito, de Adventure Bike me dejó una reliquia Cannondale. Nadé 3 días en el mar y otros 3 en piscina. Correr lo llevaba, más o menos, controlado.

Dos días antes del evento me paso por la zona para intentar reconocer el terreno y la imagen que se graba en mi retina es dantesca. El incendio de la Sierra de los Donceles asoló el paisaje, que aún huele a quemado. La foto de abajo está hecha a pié de la carretera. Para rematar el día, casi se me saltan las lágrimas al ver el desnivel desde el pantano hasta la zona de la transición a las bicicletas. Y luego otras rampas infernales hasta el asfalto. Me asusto. Vuelvo sin ni tan siquiera sacar la bici del maletero.

El 4 de Agosto. Día D.

Me planto en Agramón a las 16:30, como la organización ha pedido. Chapeau a todas y cada una de las personas con las que me cruzo. Encantadoras, serviciales, simpáticas y educadas. Así da gusto. Recojo los dorsales y el chip. Cuando me pintan el número con rotulador en el brazo y pierna me siento como Superman. Nos trasladan en autobús al Pantano de Camarillas, dónde comienza la parte de nado. Las bicis van en camiones. Al llegar, saludos a los conocidos y muchos nervios. Finalmente somos 325 participantes, y la amplia mayoría con una pinta de máquinas que asusta: equipaciones profesionales, bicis de competición, 3 pares de zapatillas (para correr, para bici y otras para la transición del pantano), cuerpos depilados y muchos músculos. Me asusto más. Bajamos del bus, coloco la bici en los boxes, preparo el casco, la camiseta y las gafas de sol. Bajo al pantano.

Por fin suena la bocina y comienzo a nadar, el circuito del pantano es triangular, consiste en pasar dos boyas y volver al inicio. Me caen golpes por todas partes, pago la novatada de meterme en el medio y tengo que abrirme hacia la izquierda para no acabar magullado. Poco a poco voy cogiendo ritmo y paso por la primera boya, la amarilla de la foto, entre los 100 primeros (a ojo, claro). De ahí a la segunda voy bien, tranquilo. El problema está a la vuelta, el sol da totalmente de cara y no veo absolutamente nada. Nadar en un pantano tiene su gracia, nada que ver con la piscina, en la que mirando el fondo puedes guiarte. Aquí no. Se me ocurre seguir la estela de otro participante que va a mi ritmo, entre el lodo acierto a distinguir su maillot negro y me concentro en ser su sombra. Al rato comienzo a mosquearme, ya deberíamos haber llegado, pienso. Me paro. Levanto la vista y, maldiciendo, compruebo que nos hemos desviado bastante del grupo. Intento avisarle pero es tarea imposible, así que rectifico la trazada y llego a la orilla perdiendo unos minutos preciosos.

La transición del pantano a las bicicletas es brutal, unos 500 metros de camino de tierra con un desnivel bastante importante. Y yo que pensaba usarlo para tomar aire… Me calzo las zapatillas en la orilla, que son las mismas con las que montaré en bici y correré a pie, y comienzo a subir. Llego al box, busco la mía, me quito el gorro y las gafas de natación y me pongo el casco, la camiseta, los pantalones, las gafas de sol y el dorsal. Estoy empapado y no sé qué porcentaje es de agua y de sudor. Esto es duro.

Monto en la bici. Mis dotes de grimpeur (escalador) son nulas y la primera pendiente, como se puede apreciar en el gráfico es digna del Anglirú. No entiendo mucho de porcentajes, pero es como subir la rampa del garaje durante 2 kilómetros y medio. Además, me enteré luego, el desarrollo de mi montura no está especialmente pensado para escalar, y lo paso realmente mal. Me adelanta mucha gente. Pero no me desanimo y pienso en uno de los consejos que me dieron: no te fundas que esto es muy largo. Regulo.

Continúo lo mejor que puedo hasta cruzar el Río Mundo. Todo es bajada, aunque con pequeños repechos que se me atragantan. Nota mental: practicar más bici para el año que viene. Al llegar al pueblo pienso que ya estoy terminando el tramo, pero no, me queda lo peor: la subida al puerto de Agramón, que se me hace eterno. Por fin, tras una recta interminable y un giro a la derecha, alcanzo a ver el punto en el que damos la vuelta y bajamos de nuevo al pueblo. Ahora sí que me queda un último empujón. Pasar entre las callejuelas de Agramón con la bici se ha grabado en mi memoria para siempre, el pueblo está volcado, se nota en sus gritos, ánimos e incluso caras. Es una fiesta y me han invitado.

Llego a los boxes menos cansado de lo que pensaba, aparco la bici, me quito el casco, giro el dorsal para que se vea por delante (las normas) y salgo a correr.

Comienzo mal, me duelen las piernas y empieza el flato. Regulo, me quedan 5 kilómetros a pie que pueden ser eternos si me quedo sin gasolina, así que bajo el ritmo. Aflojo. Me pasan algunos. Respiro hondo. El flato se va.  Aprieto un poco. Poco. El pueblo sigue volcado, las abuelas en las puertas de sus casas nos animan como si fueran nuestros familiares, me siento en volandas y corro un poco más rápido, intentando exprimirme. Ahora sí que voy a darlo todo hasta el final. Un diez para la gente y otro aplauso para la organización, que nos refresca las calles con mangueras, el calor del que todos se quejan es agobiante, aunque para un murciano es casi brisa, todo hay que decirlo. De repente veo la meta. ¡Horror! No puede ser, no llevo ni 12 minutos corriendo cuando diviso el final de mi primer triatlon. Me he debido saltar una alfombra (las que controlan con el chip el paso de los corredores) y he acortado dos o tres kilómetros el recorrido. Ha sido sin querer. Nadie me ha avisado. Llegaré descalificado, pero bueno, no ha sido con mala intención. En el fondo es un placer acabar, las fuerzas me faltan. Aunque sea descalificado, por fin acabaré. El año que viene me fijaré mejor. Giro la calle hacia la meta y… ¡SORPRESA!

Una chica de la organización me grita: “¡Te queda otra vuelta!” mientras me da una pulsera roja para justificar mi primer paso. Dos sentimientos al mismo tiempo: No me descalifican, pero… ¡me quedan dos kilómetros y medio! Saco fuerzas de dónde no quedan y hago el segundo parcial aún más rápido que el primero. Incluso adelanto a algunos corredores. Veo a mi padre. Entro en meta con una sonrisa: 1 hora y 32 minutos.

Estos son los tiempos oficiales:

Natación 0:17:02
Transición 1 05:06
Bicicleta 0:45:29
Transición 2 01:08
Carrera 0:23:48
Total 1:32:33

Aún siendo un tiempazo para lo que me había planteado, acabo en la posición 240 de 325, lo que quiere decir que mi nivel es todavía muy bajo, y el de la prueba en cuestión está mejorando sustancialmente año a año.

Desde estas líneas doy mis más sinceras gracias a Raúl, Lolo, Marisa, Oscar y Pakito. Gracias por sus consejos y por estar ahí. Y en especial a Tito, por tratarme como un amigo de toda la vida. Me quedo sin calificativos.

Acabo con esta foto, la cara es el espejo del alma. Os aseguro que ha sido la mejor experiencia deportiva de mi vida. Muchos fallos de novato, muchas cosas que mejorar, pero lo recordaré siempre.

Y encima cumplí, con creces, los tres objetivos que me había marcado.

El año que viene por debajo de la hora y media..