Es curiosa la etimología. Esa derivación filológica que se encarga de estudiar de dónde vienen las palabras, cómo han evolucionado y, al fin y al cabo, qué significaban antes de tener sentido propio. A la parte estudiosa de este campo se le suman retazos de conexiones mentales e incluso apuesto que por momentos juega su parte la directa imaginación. Me explico, una palabra llega a nuestros días tras haber vivido evoluciones portentosas. Dublín viene de “laguna negra”, Bruselas de “ermita del pantano” y España es “tierra de conejos”. El significado de Copenhague da título a esta columna y cuerpo a lo que hoy escribo. Dinamarca es un conjunto complejo, geográficamente…