Es reconfortante ver cómo la verdadera política se abre de nuevo hueco en España. Desde principios de los ochenta no hemos vivido otra cosa que alternancia de arrastre de unos y otros: jefes de gobierno poco capacitados obligados sin criterio por minorías aprovechadas, conducidos sin escrúpulos por ministros mediocres y bendecidos sin sentido por jefes de estado caducos. En unos días se cumplen tres meses desde que votamos en las últimas elecciones generales. Un acto en el que volcamos nuestras ilusiones y del que salimos escaldados, como suele pasarnos siempre que nos emocionamos demasiado en algo sobre lo que no tenemos el control absoluto. Los principales actores de nuestro panorama…
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La mona y la seda.
Cualquier físico cuántico sabe que son cuatro las fuerzas fundamentales que mantienen en equilibrio el universo tal como lo conocemos. Cuatro interacciones que moldean lo que nos envuelve: electromagnetismo, gravedad, fuerza nuclear débil y fuerza nuclear fuerte. Ellas son las culpables de que todo, todo, todo, sea como es, así de sencillo, ni más ni menos. Del mismo modo cualquier mortal conoce la existencia de otra fuerza devastadora, bastante más potente que las cuatro anteriores y que mantiene o ha mantenido en equilibrio la sociedad tal como la conocemos o la conocíamos. Un impulso que construye en nuestra mente las personalidades de los que nos rodean, que decide por nosotros…
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Primero por dentro
De poco sirve el espejo, o lo que éste refleja peinado, cercano y perfumado, si lo que no se ve está podrido o en vías de tal cosa. Lo de dentro, lo invisible, huele a kilómetros y al final sale a la luz sustituyendo la piel, la cáscara, el envoltorio. Estos días, complejos en fondo y forma, nos pasan por encima alterándonos a nosotros y a nuestras rutinas hacia un nuevo e improvisado quehacer principal: sortear unos obstáculos sobre los que nunca nadie nos había hablado. Es ahora cuando brillan ciertas personas, ciertos comportamientos. Es hoy cuando estamos llamados a la conversación, al acuerdo y a la calma. Más fácil…
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Es cualquier día y estamos trabajando
No es difícil liarla en Twitter. Es hasta fácil, me atrevería a decir. Los motivos, variadísimos, abarcan el precioso abanico que genera la incomprensión, la falta de empatía, el frontal desafío a la opinión contraria o, mi preferido, la superficialidad y falta de ganas para entender mínimamente al prójimo. Ángulos todos ellos tintados habitualmente con rémoras políticas, culturales o, simplemente, ganas de gresca por el que escribe, el que lee y, quizá en más de un momento, por ambos, lo cual provoca malos entendidos solventables casi siempre con un mínimo de arrimación de hombro, pero cuánto cuesta, leche, ni que no fuera gratis. Ejemplos hay todos los días, aunque pocas…
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Entendidos por condena
Algo así pasa actualmente en el horizonte político que nos rodea, partidos condenados a entenderse sí o sí, en un panorama para algunos dantesco y para otros escaparate ideal en el que mostrar las supuestas habilidades de los que guían nuestros designios.
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¿Por qué no escribo sobre política?
De política prefiero hablar con mis amigos, usando los gestos, las manos, las miradas y el tono que también uso en persona con los políticos.
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#DanaRMurcia
No es fácil escribir sobre una tragedia cuando solo te ha tocado de refilón, viendo además tan de cerca el desastre que la tormenta ha dejado a tu alrededor: casas con el agua a la altura del techo, barro hasta decir basta, calles destrozadas, gente llorando desconsolada, infinitos daños materiales y por encima de todo, varios muertos. El problema aparece cuando las noticias reales vienen de tuiteros personales y las noticias falsas son generadas por cuentas oficiales.