Maldito refranero

El día que comencé a dejar para mañana algunas de las cosas que podía hacer hoy me cambió la vida. El refranero español es tanto cuna de sabiduría como mentiroso compulsivo y generador de frustraciones. Sus motivos tendrá y Dios sabrá cuáles son pero para empezar que alguien defienda eso de que ayuda a quien madruga. Comenzamos mal pero siguiendo la cosa se pone peor. Hemos oído hasta la saciedad eso de “en abril aguas mil” cuando en Madrid, Londres o New York, por poner tres ejemplos cercano, lluvioso y lejano respectivamente, cae del cielo más agua otros meses del año.

Hay palos que nunca aguantan su vela, gente que te quiere y no te hará llorar, los hay sin boca que se equivocan y sabios que nunca rectificaron. La sarna siempre pica, un grano sí hace granero y hay cántaros que no se rompen por muchas fuentes que visiten. Lo que entra por un oído se queda dentro, puedes dar primero y que de vuelta te den tres veces, puedes preferir burro pequeño aunque no ande, puedes abarcar y apretar, puedes pensar bien y acertar.

Conozco buenos árboles con mala sombra, tontos que se salen de la linde, animales que tropiezan cien veces con la misma piedra y humanos que sólo necesitan un aviso para no recaer. Hay muchos males que por ningún bien vienen, gente que mira hasta la garantía del caballo regalado, cerdos a los que nunca llega su San Martín y pequeños remedios que solucionan grandes males. Hay pocos que pongan buena cara al mal tiempo, algunos que siempre dan pero nunca toman, afortunados en el juego y también en el amor, perros flacos sin ninguna pulga y sacos llenos que la avaricia no sabe romper.

Lamentablemente se coge antes a un cojo que a un mentiroso, hay monedas con sólo una cara, consejos que se venden y además se tienen, cuervos agradecidos, gatos pardos de día, astillas que no se parecen al palo, tempestades que nunca acaban en calma y peces chicos que se comen al grande. Tengo un amigo que se fue a Sevilla y guardó su silla, uno al que llamamos rey de Roma y que nunca asoma y otro que prefiere el riesgo de cien pájaros volando a uno en la mano.

Y dejo este repaso con los dos refranes que sin duda más daño han hecho en la historia: “No hay dos sin tres” y “A la tercera va la vencida.” ¿Cómo demonios se come esto? Hablando de comer, aquel que tuvo la lucidez de decir por primera vez lo de “Sobre gustos no hay nada escrito” se quedó en la gloria, porque posiblemente sobre preferencias, opiniones y estilos encontrarás hasta tratados de miles de páginas.

Como este mismo texto, simple y personal. Eso faltaba, que no nos dejaran ni compartir pasiones, satisfacciones, deleites o agrados.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
20 de noviembre de 2019

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