Recuerdo mucho a mis abuelos. Recuerdo habitualmente sus historias, sus consejos, sus puntos de vista tan distantes a lo que éramos sus nietos a su edad. Les recuerdo y me vienen a la cabeza esas tardes interminables de verano en las que nos contaban lo que vivieron, lo que sintieron, lo que sufrieron y lo que disfrutaron a mediados del siglo pasado, que se dice pronto. Tres generaciones en un abrir y cerrar de ojos. Siempre me llamó poderosamente la atención cómo eran capaces de recordar el año exacto de casi cada paso de su vida: en el 42 acabé el instituto, en el 54 llegué a Valencia, en el…
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Cuidado: materia frágil.
Decía San Agustín que si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé. Una aparentemente sencilla frase aplicable a muchos sentimientos que nos suceden y que nos cuesta verbalizar tras darles, de peor o mejor manera, forma coherente en nuestro seso. No hay día que me ponga a escribir esta columna y no suceda algo parecido: las ideas se hilvanan rápida y análogamente en mi cabeza pero luego las paso canutas para ir dándole a la tecla. Porque si cuesta decirlo, volcarlo a un papel es triple mortal con tirabuzón. Esta impotencia se agranda cuando eres consciente de que tu…