A fuerza de la costumbre uno deja de sentirse especial cuando es invitado a eventos. No quiero sonar presuntuoso pero en la agenda de cualquier ciudad hay algo programado día sí y día también. Así que si tienes ganas siempre existe un sarao al que acudir y una vez allí, rodeado del gentío, valorar lo exclusivo o interesante del asunto, porque hay multitudinarios en los que sentirte único y que van de especiales en los que pasas desapercibido. Los hay que van de win-win y te cobran entrada como primer paso y declaración de intenciones y otros a los que pagarías lo que pidieran pero sorprendentemente son gratuitos. El caso…
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De consejos
Basta tirar de matemática básica para hacer un cálculo aproximado de la infinita cantidad de consejos que uno recibe a lo largo de la vida. Naces y en principio, al menos durante unos meses, estás a salvo. Pero dura poco la fiesta, en cuanto comienzas a entender lo que tus padres quieren decirte mediante gestos o palabras, la maquinaria de las lecciones se pone en marcha. Luego vienen los amigos exportando situaciones propias como comunes, más tarde el copia-pega se adueña de los compañeros de trabajo que se acomodan (nos acomodamos) en la hipotética uniformidad de la construcción de pensamientos para advertir, aconsejar y prever siempre con idéntico resultado: errores…
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Los pies en la tierra a diez mil metros de altura
Hay pocos aeropuertos en España con la mala fama de Bilbao. Se trata de una pista encajonada entre colinas, golpeada habitualmente por los típicos vientos del norte del país. He llegado volando a este lugar muchas veces en los últimos años pero nunca había vivido lo que sucedió volviendo a casa el pasado miércoles. Ya en la ida, cosas de la cabeza, me planteaba muchas cosas respecto a la vida que llevamos estos que viajamos tanto. Me levanté a las 4 de la mañana en Murcia, para llegar con el coche al aeropuerto de Alicante, tomar un primer vuelo a las 7 dirección Barcelona y desde allí el definitivo a…
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¿La cultura del esfuerzo?
Si entras en Google y buscas “cultura del esfuerzo” encontrarás 706.000 resultados. La inmensa mayoría ahondando en esa letanía que desde pequeños nos ha acompañado en el colegio, en casa y en la educación que la mayoría de mi generación recibió y con la cual cualquier persona debería estar de acuerdo, al menos en el fondo. ¿O no? Desde siempre nos han inculcado que si te esfuerzas conseguirás lo que te propongas, que sólo depende de ti alcanzar tus más altas metas. Quizá se trata de algo intrínsecamente cultural como el miedo al hombre del saco si te portabas mal de crío y este truco ha sido usado como zanahoria…
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Los largos veranos
Para despedirse a la francesa sin sentirse un poco culpable hay que tener tablas. Experiencia en dar carpetazo a algo cuando te lo pide el cuerpo sin remordimientos, sin excusas ni explicaciones. Así es como deberíamos poder hacer nuestras cosas en nuestros días. Pero el entorno manda y nos obligamos a realizar continuamente acciones que no siempre nos apetecen. Por eso y así me fui de estas páginas. Y me fui de todo lo superfluo de mi vida durante un tiempo con una recurrente idea en mente: desconectar. Una fijación casi obsesiva. El parón era necesario tras una temporada de locura total. Cientos de reuniones, viajes, hoteles, clases, aviones, clientes…
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Copenhague, bahía de mercaderes
Es curiosa la etimología. Esa derivación filológica que se encarga de estudiar de dónde vienen las palabras, cómo han evolucionado y, al fin y al cabo, qué significaban antes de tener sentido propio. A la parte estudiosa de este campo se le suman retazos de conexiones mentales e incluso apuesto que por momentos juega su parte la directa imaginación. Me explico, una palabra llega a nuestros días tras haber vivido evoluciones portentosas. Dublín viene de “laguna negra”, Bruselas de “ermita del pantano” y España es “tierra de conejos”. El significado de Copenhague da título a esta columna y cuerpo a lo que hoy escribo. Dinamarca es un conjunto complejo, geográficamente…
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No tengo yo la suerte
A nivel personal no tengo yo la suerte de saber disfrutar de momentos de relajación tirado en el sofá. Sólo los nerviosos extremos entenderán a lo que me refiero. La inexorable necesidad de tener que estar haciendo algo. Siempre. Continuamente. Me obsesiona la idea de perder el tiempo. Lleno la jarra de agua mientras pongo la mesa, controlando con el rabillo del ojo que no rebose. Caliento la leche en el microondas jugando a cargar el lavaplatos en ese rapidísimo minuto. Me lavo los dientes poniéndome el pijama y soy capaz de secarme el pelo, atándome los zapatos mientras me visto. Algunos intentan convencerme de los beneficios de la relajación,…