Los de mi quinta somos afortunados. Somos la generación bisagra entre jugar en la calle y las videoconsolas. Muchos de nosotros nacimos con la ilusión de pulsar un botón. Tal cual. Poder apretar ese luminoso y deseado botón rojo que lanzaba los cohetes de Comando G o ser como Koji Kabuto controlando a botonazos a Mazinger Z. Recuerdo el juego Simón que me trajeron los reyes a mediados de los años 80 con, nada menos, 4 botones. De colores. Brutal. Se encendían y sonaban al tocarlos. Eso era sentirse poderoso. Con el tiempo los botones perdieron hipnotismo cuando pasaron a formar parte de nuestro día a día: el ascensor, el mando de la tele, el microondas o la Play Station. Con nuestros padres la situación era diferente, aunque actualmente se hayan subido al tren de los aparatitos. De nuestros abuelos, ni rastro de lo anteriormente expuesto.
Siempre que visito una residencia de mayores me fijo en lo mismo: ancianos sentados durante horas en un banco con la mirada fija en cualquier pequeñez. Aparentemente su soledad es absoluta, excepto cuando reciben visitas. Conozco varios casos cercanos y, por el otro lado del asunto, sé que es una solución muy buena, en muchos casos, tanto para los usuarios como para las familias. Pero, ¿qué sucederá en el futuro cuándo la generación actual sea la que esté en su lugar? Quizá la soledad no sea tanta gracias a las nuevas tecnologías, siempre que se consiga llegar a esas edades con capacidades para usarlas/disfrutarlas. No es descabellado imaginar a los abuelos del futuro, dentro de 20 ó 30 años, en constante comunicación con sus familiares o amigos, ya sea mediante chat, videoconferencia, o aquello que nos tenga preparado esa época. Por el lado romántico, me parece una situación algo triste. A veces pienso que estamos programados para perder la vista, el oído y la condición física para que llegados a la vejez, podamos pensar realmente en tranquilidad y con profundidad. Por el lado pragmático, la idea me seduce. La tristeza que transmiten los abueletes que no reciben visitas me parte en dos.
Esta es la reflexión que lanzo al aire.
Me encantará leer vuestras opiniones al respecto.
Nota: Artículo publicado originalmente en TechPuntoCero en Diceimbre de 2012. (LINK).
Es muy cierto lo que dices pero creo que lo tecnológico son medios de comunicación igual que una visita. A lo mejor llegará el momento y aunque sea más fácil la comunicación hacen más las ganas que las facilidades.
Buen artículo amigo.
Gracias Ernesto. El tiempo lo dirá.
Yo, a veces, me sorprendo pensando que cuando uno llega a esa edad ha vivido y ha sufrido lo suficiente como para haber aprendido que la vida llega a su fin y como para necesitar ese remanso de paz y tranquilidad del que hablas Nacho. Lo digo por las experiencias cercanas que tengo, en las que veo un sentido de la responsabilidad, de la cordura y de la practicidad que me asombra. Aunque también tengo casos cercanos en los que, cuando uno se resiste al devenir lógico de las cosas, sufre muchísimo y hace sufrir… Sin embargo, si te soy sincera no me gusta pensar en exceso en estas cosas… soy muy práctica con los tiempos y mi futuro lo mido más en cortos plazos, imagino que porque no estoy preparada para proyectarme en estas circunstancias… aún no he aprendido lo suficiente.
Moka, todos no hemos aprendido lo suficiente… De eso se trata. 😉